No te conozco,
tampoco sé si estoy dispuesta:
si lo estuviera
tendría que abandonar
algo que siempre estuvo roto,
mover mis pies a la arena,
entender lo difícil que es
prender un cigarrillo
frente al mar.
Tendría que
aceptarlo frente a ti
y al miedo apaciguarlo
con tu voz luz.
¿Será suficiente con eso?
Yo no sé nada de ti,
me gusta inventarte historias
dudando siempre sobre el agrado en éstas,
no te conozco.
Pero así es el destino,
es un hado malvado
que sentencia
que presenta
y que juzga.
Me quema la braza sonrisa
arde porque no te conozco.
Y aunque te reescribo
mis huellas en la arena inexistente
son desterradas.
Y ahora ardo por ti
como un pagano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario