domingo, 23 de febrero de 2014

Puntos de vista (nueve de diez)

9.- No creo ni en el destino, ni en las casualidades, ni en ti. Y no, no es necesario poner tu nórdico nombre. De hecho empecé a ignorar muchas circunstancias que me hacían pensar en que el conocerte no fue una mera casualidad. No sirve de nada huir, o intentar sustituir. Qué bobos son aquellos que piensan que lo hago, qué bobo eres tú.

Estoy harta, cansada, y tal vez más que eso, estoy profundamente confundida, no sé que sentir, o que pensar. No sé porque lloré ese día, sé porque aún me incómodan los Platters... sin embargo, ¿eso qué más da? ¿qué más importa? Si a ti te importa un cacahuate, a mi debería importarme una semilla.

No creo en ti, no creo en lo que pregonas, no creo en lo que sucede en este momento. Da igual si viajo, si hablo, si canto, si río, si bailo o si patino. Tú no sabes nada de mí, y yo, mucho menos de ti. Ya no quiero conocerte, ya no quiero saber que es lo que tu corazón siente, de hecho ya no quiero saber nada de ti. El amor que tanto presumo tenerte no tiene ánimos para seguir alimentándose de dulces mentiras, y falsos besos.

Ese amor quiere quedarse intacto y puro. Jamás alguien te reemplazará o se sentirá usurpado. No serás aquel tinte verde que hace que el cabello se vea horrible, ni aquél labial rojo mal puesto en los labios. No serás nada de eso, serás lo que eres. Lo que mi corazón deseó que fueras.

Pronto dejaré de escribir cosas acerca de esta tonta etapa de tú existencia y mí existencia. Pero eso no significa que este mundo se quede sin nuestra existencia.

No creo en ti, porque ahora creo en mí.