miércoles, 21 de mayo de 2014

La clave del universo

Te acuerdas cuando me miraste por primera vez, yo intento recordar ese momento, he tratado de recordar el olor de ese día, tal vez a mora azul, yo que sé, pasó hace tanto. Te acuerdas de mis tonterías, vamos sé que lo haces y apuesto que aún te da gracia.

Sin embargo, de lo que siempre quiero que te acuerdes es de la clave del universo. Es algo tan simple de nombrar pero tan complejo de realizar.

Todos en cierto momento de la vida hemos pasado por situaciones de las cuales no nos enorgullece hablar o simplemente asimilarlo. Sin embargo, se vive con aquello. Es como aquella enfermedad que adquieres de por vida, una especie de gastritis o colitis la cual sólo controlas con buena alimentación. Pero, no quiero decir que el rencor sea una patología, es más bien una condición la cual nos vuelve vulnerables a más situaciones desastrosas porque el orgullo está latente como si fuese un día lluvioso que a cuenta gotas va mojando todo el lugar.

Y es que ahí es donde esta clave empieza a tomar forma, al final de cuentas, algo se aprende de esas situaciones desafortunadas. No somos entes que olvidamos con facilidad, y si lo hacemos, es por crueldad, y por temor al dolor.

Yo nunca te olvidaré.

Jamás.

Porque la clave del universo es el amor.

Y en el amor habita todo aquello que es desmesurable ante una fuerte atracción de perdones y gratitudes, es decir, el amor tiene la capacidad de mejorar, de volver a reinventar sentimientos que se creían perdidos, es capaz de todo, porque se encuentra en la nada.

La clave para ser feliz, para tener un sueño, para seguir ante esta tortuosa colina de la vida, es el amor. Sin amor, sin aquel sentimiento que nos hace sentir ridículamente locos de un éxtasis englobado como felicidad, se viviría en una especie de estado zombi. El cual no es factible en una sociedad como esta. Porque existe un colectivo, el cual también necesita de algo... y ese algo está en el amor.

El amor hace que lo imposible, lo ficticio, y lo maravilloso sea palpable en la comisura de tus labios.

lunes, 19 de mayo de 2014

Instrucciones para volverse eterno

Una sonrisa,
una mirada llena de amor.
Mis manos suaves,
tus pies juguetones.
El hambre de nosotros.
La sorpresa del calor.
Maravilla, nostalgia, emoción,
zapatos regados en el piso,
el semi amargo olor de un jabón,
el agua en tu piel.
Tú.
Yo.
Y el anhelo de ser eternos.

sábado, 3 de mayo de 2014

Siete meses

El día de hoy, y dejenme contarles que tiene dieciseis minutos que empezó, quiero mandar todo al carajo. Estoy sumamente molesta con las personas a las cuales llego a mostrarles algún tipo de afecto, y no, no me molesta que no me den algo a cambio. Lo que realmente es encabronante es que siga esperando algo, yo sé que no debo esperar nada a cambio de nadie, porque incluso es cómo una ley natural. Sólo que como siempre las leyes o reglas se rompen.

Hay bastante tensión en el ambiente, y no es algo a lo que uno puede escapar, pues simplemente aquél ambiente aspero, sucio y gris te persigue a lo largo de la nube del mal humor. Ya sé que no tienes tiempo para mí, ya sé que te interesa otra persona, ya sé que ellos tienen muchas mejores ideas, y que por Y o X razón no tienes ánimos de prestar un poco de tú en mí.

Lo sé.

Y no lo desconozco.

Sin embargo, y es que siempre trato de encontras una apelación, también tengo sentimientos y también tengo ganas de fumar, y de bailar y de salir a cantar o a correr, ten en cuenta que si tanto insisito en platicar contigo no es porque simplemente no tenga otra actividad por hacer, es que es tan simple y sencillo el hecho de querer hacer algo contigo. Y sí, esto va dirigido a toda la bola de ojetes que se hacen del rogar para estar aunque sea cinco minutos conmigo.

¿Y dirán, por qué chingallos te menosprecias, por qué buscas migajas de esa gente? 

Y yo, cómo buena idiota responderé, porque sé que estar contigo vale la pena. Vale el esfuerzo, e incluso el esperarlos. Porque cuando estan conmigo, bola de apestosos, mi mundo se vuelve más libiano y mucho más accesible, algo así como una zona de confort en la cual no importa lo que suceda, todo se resolvera si seguimos sonriendo para poder avanzar.

Hablo de ustedes mis tres bellos amantes. 

Y no necesito nombrarlos, pues no tiene caso, no tiene ni siquiera la validez de algo...

Tan sólo, tan sólo quiero que me den uno de sus días para que los vuelva a enamorar, para que vuelvan a oler el aroma de tabaco que siempre cargo conmigo, que me vean hacer burbujas porque creo en la pureza, que les vuelva a leer para que así no se olviden de la fantasía del momento... y que no se olviden de la dulzura del beso marchitado de un adiós.