sábado, 3 de mayo de 2014

Siete meses

El día de hoy, y dejenme contarles que tiene dieciseis minutos que empezó, quiero mandar todo al carajo. Estoy sumamente molesta con las personas a las cuales llego a mostrarles algún tipo de afecto, y no, no me molesta que no me den algo a cambio. Lo que realmente es encabronante es que siga esperando algo, yo sé que no debo esperar nada a cambio de nadie, porque incluso es cómo una ley natural. Sólo que como siempre las leyes o reglas se rompen.

Hay bastante tensión en el ambiente, y no es algo a lo que uno puede escapar, pues simplemente aquél ambiente aspero, sucio y gris te persigue a lo largo de la nube del mal humor. Ya sé que no tienes tiempo para mí, ya sé que te interesa otra persona, ya sé que ellos tienen muchas mejores ideas, y que por Y o X razón no tienes ánimos de prestar un poco de tú en mí.

Lo sé.

Y no lo desconozco.

Sin embargo, y es que siempre trato de encontras una apelación, también tengo sentimientos y también tengo ganas de fumar, y de bailar y de salir a cantar o a correr, ten en cuenta que si tanto insisito en platicar contigo no es porque simplemente no tenga otra actividad por hacer, es que es tan simple y sencillo el hecho de querer hacer algo contigo. Y sí, esto va dirigido a toda la bola de ojetes que se hacen del rogar para estar aunque sea cinco minutos conmigo.

¿Y dirán, por qué chingallos te menosprecias, por qué buscas migajas de esa gente? 

Y yo, cómo buena idiota responderé, porque sé que estar contigo vale la pena. Vale el esfuerzo, e incluso el esperarlos. Porque cuando estan conmigo, bola de apestosos, mi mundo se vuelve más libiano y mucho más accesible, algo así como una zona de confort en la cual no importa lo que suceda, todo se resolvera si seguimos sonriendo para poder avanzar.

Hablo de ustedes mis tres bellos amantes. 

Y no necesito nombrarlos, pues no tiene caso, no tiene ni siquiera la validez de algo...

Tan sólo, tan sólo quiero que me den uno de sus días para que los vuelva a enamorar, para que vuelvan a oler el aroma de tabaco que siempre cargo conmigo, que me vean hacer burbujas porque creo en la pureza, que les vuelva a leer para que así no se olviden de la fantasía del momento... y que no se olviden de la dulzura del beso marchitado de un adiós.


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