jueves, 26 de diciembre de 2013

Puntos de vista (siete de diez)

No creo en las despedidas tranquilas, en aquellas en donde uno sale con una sonrisa triunfadora sintiéndose HE-MAN por saber decir adiós. No, no creo en esas cosas.

La mayoría de las despedidas son fatalistas, tristes, desgarrantes, destructivas, horribles, mutilantes, perturbadoras y hasta duraderas.

Una vez o muchas veces te dije que odiaba la palabra Adiós. Y es que para mí es una palabra tajante y definitiva. Significa no te volveré a ver, y no me vas a volver a ver. No importa lo que sea de tu vida porque no me importará y viceversa. Sin embargo, no siempre es así. A veces vamos desemantizando las palabras por uso, por comodidad, por el simple hecho de que así se me dio la gana.

Quiero decirte Adiós. Tal vez por eso mis ganas tremendas de superarte. Tu lo lograste al otro día. Y al otro día, yo sentí que no iba superarlo en toda una vida.

No obstante, aunque me cueste trabajo, y sienta una taquicardia terrible en definitiva te superaré. No es amanera de alguna absurda venganza, sino en que así debe de ser. El amor que te di, que te tengo, es para mí. No para nadie más. Ni siquiera tú lo pudiste apreciar. No, señor. Te fuiste con alguna otra sirena de falsos cantos, yo me hubiera quedado muda por ti. Yo me estoy haciendo burbujas por ti...

Las despedidas amargas como la nuestra tan sólo es el indicio de algo sumamente dulce que se hechó a perder. No sé si lo nuestro ya no tenía futuro, para mí lo tenía en el punto en dónde cada quien se apoyaba a crecer como personas de bien. Tú simplemente querías una vida tranquila llena de las comodidades a las cuales estás acostumbrado, y yo quería pertenecer a un mundo verdadero tomada de tu mano.

No fue así, honey.

Te digo Adiós. Te quiero decir Adiós, y sin embargo, hasta eso me lo quedo a mí. Adiós, Adiós querido cielo azul. Adiós, mi vida, mi amor, mi sol.

No quiero volver a verte. Y si lo llegara a hacer (porque así son los extraños caminos de la vida) quisiera verte con esas miradas que aceptan una despedida tranquila. Con cariño, triunfo y paz.

martes, 10 de diciembre de 2013

Puntos de vista (seis de diez)

6.- No creo en la insistencia de las llamadas telefónicas. (Y telefónico es palabra esdrújula). La última vez que llamé tantas veces me di cuenta desde la primera vez que no iban a contestar, aún así albergaba la esperanza de que en una de esas, aquella persona estuviera durmiendo o tuviera el teléfono celular perdido en algún lugar de su casa. Pero por más mensajes que dejara éste no se inmutó en corresponder, o hacer participe su función conativa para que yo pudiera emplear mi función emotiva a través de una función poética.

¡No! No hubo ese tal circuito o ciclo de comunicación tan maravilloso, tan perfecto, tan sencillo. Tan sólo era yo siendo un emisor el cual no emitía nada.

Recuerdo la primera vez que nos íbamos a ver, te llamé cómo psicótica, y justo en la última llamada, en dónde me dije a mí misma, ésta es la última y no le voy a volver a llamar, contestaste. Me sentí tan feliz porque al fin te habías dignado a oprimir aquél sencillo botoncito con un teléfonito. Y fue en ese momento en dónde me hiciste creer en la insistencia de las llamadas telefónicas.

Sé que suena psicótico o hasta un cierto punto paranoico (para la persona la cual es llamada) el llamar con tanta insistencia y desesperación. Pero, a veces es necesario escuchar la voz de alguien para tranquilizar los nervios del que llama.

Sin embargo la persona que llama no siempre es llamada. Hay llamadas en las cuales sabes que te van a contestar como son los molestos tramites del banco, a atención a clientes, a la pizzería, al trabajo de papá, a la tía, a la abuela, a los padres, a amigos (y eso a veces); sin embargo la llamada que más amaba hacer era a ti. Odiaba rotundamente cuando no levantabas el auricular o cuando estaba ocupado, me impedía escuchar tu voz, me impedía decirte que te amaba.

Ahora veo el teléfono y el celular como mis más fieles enemigos, se reciben llamadas y se hacen llamadas, pero ninguna es tuya, ninguna es hacía ti. Y la llamada nocturna es la que más me carcomen los oídos... mi corazón late de forma nerviosa a pasos acelerados, contesto con un inseguro "bueno" esperando con los ojos humedecidos escuchar tu voz, pero ¡oh sorpresa! es mi abuelo preguntando por su esposa... (ojalá yo fuera mi abuela y tú mi abuelo, que envidia, sniff) y le pasó el teléfono a mi abuela ocultando mi rostro por aquellas traviesas lágrimas saliendo de mis enormes ojos.

Y de nuevo regreso a ese ciclo en donde veo el teléfono como mi más fiel enemigo. Me cansé de ser tan insistente con llamarte, por eso no te llamo, porque no soportaría escuchar otro "lo siento" o un "no puedo". Detestaría y detesto la idea de que sea yo la que siempre tenga que llamar, me gustaría ser llamada, ser necesitada, tal vez, como lo fui antes.

Aquella herramienta tan maravillosa se volvió parte de mis demonios. Es por eso que ya no creo en la insistencia de las llamadas, si la primeras tres veces no contestaron, que hace pensar que te contestarán a la llamada número veintiuno. Sí, puede que sean llamadas necesarias, llamadas en las cuales es prescindible que exista ese circuito del lenguaje, pero en nuestro caso, que más bien es mí caso, supongo que aquellas llamadas me las guardaré junto con el gran amor que sigo sintiendo por ti.


sábado, 9 de noviembre de 2013

Puntos de vista (cinco de diez)

5.- Creo en el amor que te tengo. Es lastimero, es horrible, y si estoy enojada, es conmigo. Por ser incapaz de no pensar en ti... Si lees esto, y dudo que lo leas, quiero que sepas que no importa si pasan cien años, porque en cien años tal vez ya estemos muertos, te amaré. Tal vez jamás deje de hacerlo, y es que aunque no estés conmigo, yo sé que tienes un poco de mí... al igual que tú en mí.

No sé si vuelva a querer a alguien de esa manera, o con esa intensidad, y si me preguntas... la verdad muero de ganas de volver a empezar otra aventura de esas, pero querido, eso será después de estar mejor, y sobre todo con alguien que me ame, me ame, y jamás me deje ir.

Creo en el amor. A pesar de tener mucha crema de limón. Mi corazón está roto, pero no destrozado... jamás lo estará.

Sé feliz... eso quiero. Y ese es mi más grande deseo...

jueves, 17 de octubre de 2013

Puntos de vista (cuatro de diez)

4.- Creo en las chupa chups. Tal vez me cobren derechos de autor por decir que creo en estas paletas cuyo logotipo diseño Dalí. Sin embargo, éstas, me han dado momentos tan hermosos en mi vida. El último fue hace más de dos meses.

Normalmente comía muchas de ellas, para no fumar tanto. Calmaban mis ansias y mis ganas de salir corriendo del incómodo salón en donde me encontraba disque estudiando. A veces tú cumplias con esa función, sólo que ya no estaba en un salón sino en mi propia vida.

A veces mi vida se tornaba en sabores muy comunes como avellana con vainilla o fresas con crema, pero, también había días en dónde había sabores extraños como coca-cola o cereza con chocolate, y no se diga de aquella vez que regalé una sabor frutas exóticas los cuales me hacían sentir diferente, y cuando estaba triste me hacían sentir especial.

Es lo mismo con mis amigos, ellos, ustedes, son las chupa chups de mi vida.

Aunque he de decir que como toda paleta cuando la chupas y la chupas se va  haciendo cada vez más pequeña, hasta desaparecer. Así me ha sucedido muchisimas veces, no sé que ocurre que como por arte de magia me deshago de las personas que quiero, que me fascinan, que me inspiran a seguir sonriendo... agoto todas mis posibilidades, cómo contigo.

Creo que dejé de confiar en las chupa chups, dejé de confiar en los golpes de suerte, en lo mágicas que pueden ser las situaciones que se van empalmando. Tal vez dejé de confiar en mí, y en mi grandísimo ego, o es que acaso jamás he encontrado algún lugar al cual pertenecer.

No soy lo suficientemente rara para ser fuera de lo común pero tampoco soy lo suficientemente común para estar fuera de lo raro.

Así es esto, no sé perder, no sé como dejar de comprar chupa chups para no extrañar a todos aquellos que alguna vez le di la espalda. No sé como volver a confiar en lo que amo con tanta devoción, no sé cómo volver a comprar aquella sonrisa que me hacía volver a respirar.





lunes, 26 de agosto de 2013

Puntos de vista (tres de diez)

3.- Creo en los hoyos de las medias. Desde que tengo memoria, siempre me han gustado las incómodas, pegaditas, traslucidas y ajustables medias. Lamentablemente no soy una chica de muchos cuidados, a pesar de que odio manchar mi ropa; sin embargo, las medias, mallas, leggings, pantis o mallones (cómo les quieran decir) siempre las rompo. De hecho no hay ningunas que hayan quedado perdidamente vivas. Y lo malo es que a veces son costosas. A lo que quiero llegar es que algunas tienen reparación.

Y es entonces, cuando pienso en que las heridas tienen cierto parecido al romperse las medias. Lo cual es gracioso porque se desgarran sin querer. Las medias no tienen sentimientos, y mucho menos, vida propia. De manera contraria a eso, creo que es parecido el fenómeno de cuando una de esas prendas se rasguña, primero, empieza con un minúsculo y casi intachable hoyito, después éste se va esparciendo como el universo por toda la tela, hasta que finalmente llega a un punto dónde o incómoda o verdaderamente daña la pieza.

Así son las heridas, pequeñitas, casi innotables, pero cuando van creciendo por la falta de confianza, o por la falta de valor para decir la verdad, crecen, y crecen a un punto en dónde no son reparables. Por otra parte, también existe el hilo y la aguja.

Milagrosamente existen rasgaduras que por más que se extiendan, claro qué si estás son atendidas a tiempo, se pueden zurcir y quedar como nuevas. Pero realmente, no quedan nuevas, quedan con cicatrices. Que al momento están muy presentes, pero luego, poco a poco van tornándose en parte de ésta. Las cicatrices son el recordatorio inminente de que algo pasó ahí, pero su objetivo no es guardar rencor, sino recordar que se perdonó.

En este momento quisiera encontrar el delgado fino hilo que nos unía para poder coser aquellas heridas que aún llevo en mis piernas, si en aquellas medias. Y es que, a pesar de que podría reparar eso con mis propias manos, al paso que este proceso va, lo más seguro es que terminaré por desecharlas.


jueves, 22 de agosto de 2013

Puntos de vista (dos de diez)

2.- Día de pijama. Creo con gran firmeza en los días que son desoladores y tristes, sí, aquellos que sabes que empiezan mal y terminan peor. Tal vez es por eso que en ese tipo de situaciones prefiero refugiarme en la comodidad de mi pijama.

Muchas personas se refugian dentro de sus sábanas y en la fuerza blandidura de una cama. Sin embargo, eso no funciona para mí, mis huesos poco a poco se van contracturando y siento como mi cuerpo deja de responderme correctamente, aunque eso también sucede con el día de pijama. No sólo es el cuerpo, el que deja de funcionar, sino también mi mente y mis sentimientos.

Para proseguir con este ceremonioso día, es esencial el licuado de papaya. No a muchas personas les gusta, pero para mí es como un elixir para poder resistir la lenta agonía de sentirse hundida en un mar de probabilidades confusas, a veces envidio tanto a mi pez Aquaman.

Empiezo a poner el itinerante de lo que veré el resto del día, a veces sólo televisión abierta para distraerme con las idioteces que las personas tienen que hacer para ser famosos pero lo más importante para tragar. Otras de mis opciones son películas, novelas asiáticas o anime.

Bajo mi cobija (con la cual quisiera ser enterrada), y busco la manera de sentirme más cómoda en mis tres mugrientos sillones. Alcanzada esta etapa, la pijama tan sólo es un pretexto para que crean mi mortalidad ante una efímera enfermedad transfigurada con reproches de atenciones no ejercidas durante varios años que se pueden resumir en un... "dejame en paz".

El día de pijama no es bueno, ni malo. Sólo creo en ellos porque son necesarios, a veces es mejor que explotar y decir una sarta de barbaridades que no creías haber podido decir, tal vez es la manera más pura de la cobardía... pero para cobardes estás tú. Así que tan sólo tomaré mi tiempo para pensar en todo lo demás que es real y tangible, no en recuerdo, no en reliquias perdidas, no en ti. Sino en mí, para mí y por mí.


martes, 20 de agosto de 2013

Puntos de vista (uno de diez)

De todas las emociones que he logrado reunir a lo largo de estos últimos pequeños, pero vertiginiosos dos meses, llegué a caer en lo más profundo de mis más recónditos pensamientos, reuniendo las palabras más adecuadas para poder señalar lo que verdaderamente creo.

1.- Al parecer me molesta mucho que no me tomen en cuenta. No es que pretenda ser el centro de atención de todo el mundo. Creo firmemente que ya pasé por esa face de mi vida, tan sólo quisiera el apoyo de alguien ajeno a mi círculo familiar (y es que a veces la familia tan sólo te dice lo que quieres escuchar y no ve desde otra perspectiva el verdadero problema, se dejan llevar por el corazón), me quejo mucho respecto al tener o no tener amigos, y si soy sincera... no me importaría quedarme con uno, pero quisiera que ese uno, estuviera al pendiente de mí.

Sé que hasta cierto punto es egoísta, cada quien tiene sus propias ocupaciones o problemas o vida... llamenle como quieran. Tan sólo quiero que alguien me escuche, me cuide, me procure, y yo prometo, como a cada persona que le doy mi amistad (y al final no sé si se hartan de mí o yo qué sé... ) darles todo mi cariño sincero...

A los pocos amigos que tengo de verdad, aprecio el hecho de que estén conmigo... pero es diferente cuando sabes que hay alguien que nunca te va a fallar.

Esa parte era la que cumplías tú... creo que te di demasiadas atribuciones y responsabilidades que a nadie le corresponde más que a mí.

Aún espero esa llamada, ese mensaje y esa señal que nunca llegará, porque como los demás... ni tomándome en cuenta estás.



viernes, 16 de agosto de 2013

Señales

Era una tarde cualquiera de finales de enero cuando ella decidió que sería bonito llevar a sus nuevos amigos de la escuela a conocer su hogar. Ella disfrutaba mucho la compañía de su nuevo compañero, aunque en esencia sólo extrañaba a una persona, a él.

Él era lo que en una totalidad se podría describir como tranquilidad. Era hasta cierto punto un chico atractivo de temple seria. Ella lo amaba. Y él amaba que ella lo hiciera.

Sus nuevos amigos subieron a la habitación de ella. Curioseaban entre sus pertenencias, y justo cuando ella pensó en que sería agradable que él estuviera ahí, su nuevo compañero favorito, tiró una botella con unas flores que él le había dado a ella.

El sonido fue tan estruendosamente seco, el agua salpicó la cara de ella como si fuesen lágrimas, las flores instantáneamente se doblaron y en una lentitud efímeramente mordaz empezaron a marchitarse.

No supo el por qué, pero el hecho de que esas flores cayeran le produjo un intenso dolor en el pecho, no se enojó, sólo se entristeció, incluso cuando el fulano compañero le regaló otro objeto lleno de una cursi carga semántica no se sintió mejor.

 Sin embargo, esto no había sido algo casual... por así decirlo, ella jamás se pudo sentir bien otra vez después de aquél hecho. Era como si le presagiara algo...

y así sucedió.

viernes, 26 de julio de 2013

El primer día

El primer día sin ti, aquel bastardo y desdichado día quisiera olvidarlo, sin embargo ese mugre día traspasó el límite de lo apacible. Realmente no me percaté de lo que con cierta maquinariedad hacía. Puede ser que haya llorado, y si lo hice no lo recuerdo del todo bien.

(Busqué desesperadamente confiar en alguien como cuando confié en ti).

Las clases que debía dar las di con la mayor fuerza de algún mágico sentido de la responsabilidad. No obstante terminé mencionando tu actual estatus sentimental en mi vida.

-Sí, a mí... (me detuve un momento, tomé aire, miré hacía arriba y continué) ex-novio, igual se le pasaron las fechas.

En el segundo que todo concluye en silencio, el soportarlo se había vuelto el proceso más estresante y ahogante de la existencia humana. Sofocaba y volvía intransigente el momento. Salí a fumar.

(Llovía fuertemente... tal vez eran las lágrimas que no me permití dejar salir).

Llegó, nuevamente, la calma. Escuché la canción con la que alguna vez me recordaste en un efímero pero profundo sufrir. Regresé a casa, mi cara estaba incluso más demacrada de que cuándo no duermo en semanas.

Lo demás fue sublime, fue un sueño.

¿Sabes qué... ?

Ahora ya no quiero escribir más sobre ese día, podría escribir sobre los días consecutivos, los días que pasaron como ése, del día de hoy, o del día en que me dijiste adiós.

¿Y en verdad tiene sentido recordarlos... recordartelos?

No, no lo creo. No es despecho, no es arrogancia, no es ni siquiera un falso odio desdeñado de un amor tan intenso. No, no es ni madres de eso.

Es simple y mero consuelo.

El primer día cómo el último te pertenecen a ti. Pero a mi me pertenecen todos los demás que he estado y estaré sin ti.




sábado, 20 de julio de 2013

Sacrificios

La mayoría de las personas que conozco alguna vez me han dicho que deje de fumar, entre esas personas estabas tú. Eso no te hace más especial, ni menos importante en mi vida. Tú tienes un lugar, único e ínfimo. Y aún así, aunque lo haya intentado no dejé de fumar, y honestamente no creo dejar de fumar porque alguien me lo pida, pues al final me ibas a dejar y por ti iba a dejar de hacer algo que realmente me gusta.

Yo jamás te pedí que dejaras tus videojuegos, o el gusto extraño y casi psicótico que tienes por las galletas, tan sólo te pedí lo que tu me pedías al dejar de fumar... sacrificio. Cómo lo mencioné anteriormente, lo intenté, lo logré por un tiempo, y aún así, tu no sacrificabas mucho. Dejé de hacerlo porque alguien existía en una relación dual, la tuya, la mía y ella.

No lo entendía, y lo entendí hasta apenas unos días... te empecé a tratar mal porque en el fondo no perdoné eso, tan sólo de palabra... pero dentro, muy profundo en mi corazón.... no, no lo hice. Y era mi forma de decir... "te amo, pero no soy idiota".

Y luego yo... te defraudé. Era enfermiza nuestra relación si se ve desde este punto de vista... Pero... lo que importa, lo que realmente era especial, era el verdadero amor que sentía, y que siento por ti.

¿Qué si estoy decepcionada...?

Bah... eso es poco.

Suena estúpido, pero aún así, en la oscuridad busco tu luz, busco alguna señal de que realmente importé y fui algo bueno, o ya tan sólo un algo en tu vida.

Yo sé lo que soy, lo que digo, y lo que valgo.

Y valgo el más sincero amor, no esas migajas las cuales me acostumbré a consumir. Regalos siempre habrá... pero besos y abrazos como los que compartimos, jamás.

Sacrifico, carajo, sacrificio... es lo que intento hacer hacia mis más recónditos odios y rencores. Sólo hay que transformarlos...

Y se metaforsean en un amor sin fondo, en un amor vacío, en un amor hacia la nada... pero con el amor no se lastima, no se daña, se cuida.

No estaré contigo. Pero un ente divino, un hado mágico, el mismísimo Dios... te cuidará, si es que tu quieres que sea así. Y si no, a él no le importará tus desprecios, el seguirá por mí, porque yo así se lo imploraré...

Sacrificaré todos mis recuerdos para que no se metan en tu vida, sacrificaré todos mis deseos de estar contigo para que no se entrometan en tu camino, sacrificaré el amor que te tengo para que adelante sigas...

Sacrificaré, sacrificaré, y volveré a sacrificar sólo para que sonrías.

Así de profundo amo, así de inmenso te quiero, y así de intenso crecer, intento.

jueves, 4 de julio de 2013

Difícil

Después de no sé cuántos días de terminar lo que tengo que terminar, deseo empezar con lo que no dejé pasar, o lo que aún no dejo pasar. Es difícil, estaba tan acostumbrada a que las situaciones fueran difíciles, pero esto, esto vida mía, ha sobrepasado el límite, tal vez, es por eso que estoy en un estado de "stand by" cómo las cámaras de video, cuándo simplemente está el foquito verde pero no filma nada, así justa y precisamente estoy así. No grabo, no hay un verdadero registro de estos días.

Quisiera poder explicar más, sin embargo, temo que si me adentro terminaré con la poca cordura que me queda. Y ha decir verdad, la necesito todavía un poquito más.

Difícil
¿no crees?

Estoy almacenando por dentro como si fuera un déposito de basura, y aún así trato de reciclar tu nombre cada vez que algo cae en relación a ti. Sabes no me molesta, es más hace rato estaba diciendo "Oh -tú nombre- me regaló esto cuando fuimos a...".

Sin embargo, cuándo alguien menciona... ¿cómo fue que él te dejó, cómo te sientes, es para siempre? Mi pequeño corazón cruje como hojuelas de cereal aplastadas, se quiebra como cuando no se sostiene un vaso al lavarlo, se corta como la crema de limón.

Y cómo te mencioné antes, es difícil pero no imposible. No quiero ser romántica, en el hecho de aquella corriente, pues tal vez caería en un suicidio cómo el joven Werther de Goethe, y no, no es para tanto. Por el momento tan sólo me predestino una mentira, sí, el estar bien. Y eso me funciona, siempre y cuándo no pase alguna canción de Clapton o de Sabbath (porque si pasan ya se jodió la cosa). Te explicaré cómo me sirve el mentirme, me miento y me la creo. Finalmente, el estar bien se vuelve una mentira verdadera, dando cómo resultado el que yo esté completa y sinceramente bien.

Entonces así uno se puede dar cuenta que es fácil estar bien...
... lo difícil es que lo olvidé sin tu presencia.

sábado, 15 de junio de 2013

Me gustas

Estábamos sentados frente algún lugar de la ciudad, ¿te acuerdas? Está bien, debo de ser más específica, era primavera, estaba apunto de llover, los árboles hacían música y tú, tú estabas serio.

-Me gustas. -Mencioné por debajo del gorro de mi chamarra la cual semi protegía mi intranquila cabeza.

-Ya lo sé. Me lo dices siempre y siempre me rechazas. -Dijiste mirándome como se mira a una libélula, entre asco y admiración.

-Es que no puedo salir contigo. -Mentía.

-La razón es porque aún no estoy preparada, bla, bla, bla, tengo problemas, bla, bla, bla, soy muy mala, bla, bla, bla, tú estás enamorado de ella, bla, bla, bla... -Supuestamente imitaste en reproches mis excusas.

-Pues sí, al parecer estás enamorado de ella. -Prendí un cigarro como si eso me ayudara a superar el que ella sea mejor que yo.

-Eleonor, te quiero sólo a ti. -Dijiste tomando mis frías y secas manos.

-No te creo. -Tiré de ti mis manos y gritando, me fui corriendo.

Después de eso no nos hemos vuelto a ver desde hace seis meses. Yo intentaba no buscarte sin embargo era inevitable, estaba tan acostumbrada a tu risa, a tus pasos imperceptibles por los oídos de los demás, a tus comentarios como vehemente absurda perspicacia, estaba tan acostumbrada a que me gustaras tú.

Así que todas las tardes iba a la azotea de mi casa y como si fuera un pirata buscando tierra en un extenso mar, yo te buscaba sobre todas esas aburridas oleadas de casas. Los primeros días la vigilia duraba sólo unos minutos pues salías a la misma hora, hasta que un día "ella" iba tomada de tu brazo.

¿Qué cómo me cayó la sorpresa? Dejé de ser vouyerista por dos semanas, hasta que otra vez descubrí que no podía dormir por tu infame ausencia, y justo cuando encendía mi tabaco, se besaban.

Esa noche lloré tanto, lloré hasta quedarme sin aliento, hasta que mis huesos empezaron a doler, hasta que mi vista se hacía cada vez menos intensa, lloré hasta dormir, y cuando desperté regresé a llorar.

Qué rápido olvidas. Qué cobarde fui. Qué fácil es.

No me gustabas, no sólo era un gustarme en particular, me gustaban todos los demás, como me gustan los perfumes, cómo me gustan las rosas. Pero tú, tú eras la joya y yo aquél Barba -color cualquier sea- el cual te iba atesorar en una isla secreta en la cual yo, y solamente yo, iba a besar tus lágrimas hechas perlas. ¿Acaso ese es un "me gustas" vulgar cómo el de ella? No, lo dudo. Yo te amaba.

¿Qué, qué es esto? Es mi renuncia, es mi total y fatal final. Y si quieres a ella le puedes platicar para que se le suba más el ego, y pierda los estribos en una euforia por ganarle a la chica más altiva de ojos azules, la única a veinte kilómetros a la redonda. Pero no es mi orgullo lo que me mata, lo que me hace sentir basura; lo que me hace sentir basura es el hecho de que en mi corazón, muy dentro, detrás de las cicatrices, tú y todas tus expresiones viven como la fantasía, la aventura y el recuerdo más insólito y bello de mi vida.

Ahora si no miento, ya no puedo salir contigo, y creo que jamás pude, porque mi amor iba o va más allá de los estribos, de un simple compás, del universo. Mi infinito amor llegó a su eternidad culminada en dolor. Jamás yo te iba a gustar como tu a mí me gustas.



jueves, 2 de mayo de 2013

Lia muere

Lia es una perra.

El pelo de Lia es negro, eso se debe a su raza belga. Tiene unos ojos tan penetrantes como el de los cuervos, negros. Tal vez en algún momento de su vida amó corretear ratas y pájaros. Y es que jamás pudo probar como era su naturaleza, ser pastora y agrupar perdidas pequeñas ovejas.

Ella deja pelos en toda la casa. Debieron haberla conocido en sus años de esplendor. La recuerdo con una extraña nitidez. Y es qué, cuando yo llegaba a Tacuba mi gran temor siempre era que aquella con rasgos lobeznos me comiera de un sólo bocado. Sin embargo, sólo ladraba un momento y de nuevo se iba.

Lia ya no era ente más en esa casa, ni siquiera fungía con su papel de perro. Era algo así, como un miembro de la familia sin tener que hablar alguna lengua conocida. Incluso tenía su lugar en la gigantesca madera de mesa. Y recuerdo muy bien, que te veía con reproche, cómo si le debieras algo. A Lia le gustaban las tardes con sus dueñas escuchando la radio. Una estaba en la mecedora, otra en algún lugar arrinconado de la sala, y la tercera dueña se la pasaba acariciándola.

¿Respecto al día de baño?

Le encantaba. Se ponía tan pomposa arriba del lavadero de piedra que está junto a las escaleras de caracol, aquellas que con tanto desdén odio por ruidosas. Pero para Lia, aquellas escaleras significaba un tono más de su altivez.

Pero hoy, hoy queridos amigos. Lia muere, Lía ya no tiene esa grandeza que tanto la caracterizaba en días calurosos de verano, y no olvidemos los días tristes de invierno. Lia que apoyada en media pata puede caminar pues sus cayos se lo impiden al andar. Oh Lia, si te hubiese conocido más, tal vez, tal vez y tu muerte no sería tan intranscendental para mí.


domingo, 31 de marzo de 2013

Changements

Cuando despertaba el sol me pegaba en los pies. ¿Saben lo reconfortante qué es eso? Antes ni siquiera me detenía un momento para poder pensarlo. Tan sólo me la pasaba soñando y haciendo planes de vidas alternativas, todas, lejos de aquí.

Ahora me miro al espejo, que en algún tiempo fue de mi sabia y tierna bisabuela, veo mis profundas ojeras causadas por bastantes noches de insomnio. ¿Acaso no te cansas de fingir demencia? me pregunto. No. Aún quisiera regresar a esos momentos de bonanza, en dónde mi padre, traía tallarines con salmón a la casa. ¿Materialista? No. Me gustaba que hiciera eso porque de cierta manera nos sorprendía, comíamos juntos, reíamos. Salíamos en coche a conocer fulano pueblo, a veces comíamos un helado, a veces un elote, a veces  nada, pero siempre, siempre sonreiamos; pero siempre quise estar lejos de ahí.

¿Se dan cuenta de mi contrariedad? Esas ganas de regresar al pasado y a la vez no estar aquí. Jamás supe valorar lo bonito que era mi estilo de vida, ya que soñaba con alguna Isla Canaria siendo una gran artista. Y es que la línea delgada que divide el cielo del infierno dicta un veredicto bastante vertiginioso, no es fácil, y no siempre son agradables; hablo de cambios.

Odio los cambios, no hay nada más en este mundo (aparte de doblar la ropa) que odie más que los cambios. Recuerdo que antes me emocionaba el cambiar de ropa, pero cuando iba a comprarla normalmente la que salía ganando era mi madre, y al final, me seguían regañando por usar aquella sudadera horrible de color gris y letras verdes. Cuando empecé a desarrollarme como toda una mujer, odiaba el tener que ir a comprar corpiños, y adivinen, usé un sostén a la edad de diecisiete años, y aún no me acostumbro a ellos, el cambio que a cada rato hace mi amiga de casa, los odio porque a veces le pierdo la pista, los cambios de años, los cambios de shampoo o de crema para el cuerpo, mi piel es tan jodidamente delicada. El cambio de amor que sentí a los quince y luego a los dieciseis y no se diga cuando tenía dieciocho.

No obstante, no todo cambio es malo, hay cambios buenos, el cambio de mi cepillo de dientes, el cambio escolaridad (aunque en eso tengo mis reservas), el cambio que te dan después de pagar algo, el cambio de día, el cambio de estaciones, el cambio radical en uno.

Y ahí viene la conversión.

Uno puede convertirse en lo que más quiera, o en lo que necesite. En lo que una sociedad o una familia exija, pero, es cuando entro en duda ¿dónde quedaron aquellos sueños? Es como el adolescente que no la piensa y se convierte en un padre prematuro ¿pero, era su ideal? Me gustaría no entrar en onduras teológicas, mas esa es mi inquietud. ¿Acaso Dios tiene algo planeado para todos sin importar la propia elección?Tristemente es por esa razón, amigos míos que temo adentrarme más y más a una fe. Es por eso que huyo a oraciones, plegarias y rezos. Le temo al destino, y a esa delgada línea entre lo bueno, lo malo y lo que deseo...

Finalmente. Ahora el sol me pega en la cara.

lunes, 25 de marzo de 2013

Es-pejo

Si me lo preguntan abiertamente... no, no estoy bien.

Sin embargo, no es para que empiece algún tipo de cataclismo o algún desastre que esté fuera de alcance solucionar. Tan sólo intento demostrar cual será la respuesta más certera a tus preguntas puntiagudas. Sabes eres un montón de verbos copulativos. Te describo tal cual, y ni así te muestras como eres, transparente fría y un poco líquida. No hablo de lágrimas, no hablo ni siquiera de pipí, no hablo de nada, escribo, escribo sobre tu siniestra y retorcida mente.

¿Sabes qué es moralidad? ¿sabes qué es sacrificio? ¿sabes, carajo, qué es dignidad?

No sabes ni puta madre.

Y no, no estoy bien.

Vete, aléjate, vuelve.

Es distante y cálida tu presencia, ¿cómo es qué lo logras? pones en jaque a este pequeño público que somos el gato y yo.

Ojos claros en un centellante abismo avellana,
con una tez traída de la espuma del mar...
el retrato de mi alma, el retrato de tú liquidante ser.

Enfrentarse.

Mírate.

Irse en un distante y poco ilógico rumbo, no, no estoy durmiendo, no sueño, hace mucho que no sé de tu verdadero ser, saco de nuevo un cigarrillo, lo fumo, uno, dos, tres... lo apago, cuatro, cinco, seis, golpeo el espejo, sacando lo peor...

... resaltando de tí, lo mejor.

lunes, 18 de marzo de 2013

Esperanza en la voluntad

Cuando cierro los ojos, me gusta imaginar con realidades alternativas, en esas en donde todos mis caprichos se vuelven realidad, y es normal; no carezco de mucho, pero no lo tengo todo. Y es esa parte tan fea que tiene el humano, el sentido de vacío. Sin embargo olvidamos que no podemos imaginar el vacío ya que en él, no hay nada.

Y es que es extremadamente difícil despertarse todos los días, y empezar un nuevo día, cuando sabes que los tiempos no son buenos. Uno cree que es más sencillo olvidar o simplemente ignorar aquella molesta astilla que está chingando todos nuestros preciosos planes para llegar al sol, no obstante, las circunstancias no ameritan el amargo precio del desprecio, lo que uno necesita es voluntad. Al diablo con las esperanzas, las esperanzas son para aquellos incrédulos como los que creen en mil cosas antes de salir a la calle, los que miran al cielo y se quedan contemplando las estrellas, los que piensan que es mejor el helado cuando hace frío, los que caen ciegamente en mentiras de caras bonitas, la esperanza es para tontos, como yo. 

Pero como soy una tonta, aún creo en esas cosas teológicas de la esperanza. Sin esperanza no hay voluntad. Y sin voluntad no hay esperanza. ¿Entienden? Bien seré, más clara. Hay que tener la firme certeza de creer en el algo para hacerlo, y al hacerlo tenemos la certeza de creer en ese algo. Es como cuando tienes la esperanza de viajar a la luna, sin embargo, debes de tener voluntad de convertirte en un astronauta. Cuando tienes la voluntad de ser astronauta tus esperanzas se vuelven magicamente reales, viajas a esa abismante y blanquecina luna de la cual tanto hablan pero pocos conocen. 

Advierto, no hagan caso de lo que escribo. Normalmente son justificaciones para mis actos de absurdos momentos en los que vez de crecer me encojo como Alicia en el país de las maravillas, y sí también, de vez en cuando, me ahogo con mis lágrimas.

lunes, 4 de febrero de 2013

Babe

Me llamo Luna, tengo la corta y larguísima edad de 19 años, mi cabello se enreda con mucha facilidad por lo que siempre le pido ayuda a alguien para que me lo desenrede, me gustan los Lucky Strike y las Chupa Chups, y ya soy tía.

En sí, esta entrada debí haberla escrito días antes, sin embargo, no lo hice porque todavía no tenía realmente estructurado lo que quería decir, es cierto que me la paso escribiendo más cuentos cortos, y eso que no he mostrado los que he escrito para infantes, pero, ese no es el tema de conversación (es más ni hay conversación), el asunto principal es que no tiene mucho que nacieron mis dos sobrinitos... y es que es muy emocionante porque son los hijos de mis primos con los cuales siempre he vivido, incluso a uno le volé un diente por una paleta... hahahaha. Y el hecho de ver a sus bebés, hace que me sienta confundida, extraña, feliz, preocupada... así que bebés esto es para ustedes:

No importa, realmente, las razones por las que ustedes fueron concebidos, la única que deben de tomar en cuenta es que ustedes fueron formados por el amor que sus papás sentían, y saben, ahora después de tanto tiempo entiendo porque siempre me decían que cuando hacías bebés, era "hacer el amor", y es que ustedes niños, son el producto de un momento único y especial en la vida de sus papás. Van a pasar los años antes de que ustedes vean esto, y a lo mejor puede que se rían ante tanta cursilería de su tía. Y espero que cuando lo lean sean conscientes de lo mucho que sus papás se esforzaron por ustedes, tan sólo veo la fotografía donde mi pequeña prima muestra su cansancio después del parto de una niña la cual aún no conozco su nombre. Ah y tampoco puedo olvidar la expresión de mi estúpido primo al llegar a mi casa diciéndome que no había dormido en tres días y le respondieron por ahí... "pues olvidate, ya jamás vas a volver a dormir una noche completa". No trato de hacerlos sentir mal, ni nada así por el estilo, quisiera que se rieran, como yo lo hago por todos estos años que me imagino como pasarán.

Bebés, quiero ser su tía favorita, a la cual cuando vayan a visitar, me reciban (y sí, porque aunque vayan a mi lugar en donde sea que vaya a estar, quiero que me reciban en sus brazos) con una gran sonrisa y anhelo. Esa que les enseñará a decir malas palabras, a comer en la mesa sin zapatos, con la cual podrán comer dulces hasta que nos duela la panza, quiero ser esa tía con la cual puedan acudir siempre, en las buenas y en las malas. Porque sé pequeños, que la vida no es fácil, y a veces parece no tener salida, me encantaría hacerles un manual de como son los procedimientos para poder llegar a mi edad medio sanos y salvos, sin embargo, eso ustedes lo tienen que descubrir.

Habrá momentos en los que odiarán tanto a sus padres que pensarán que son los que les han arruinado la vida, mas no es así, ya que ellos les dieron la vida para darles amor y así ustedes darán amor a las personas a su alrededor. Sólo les pido calma con ellos, normalmente nunca valoramos o más bien no nos damos cuenta que tipo de presiones tienen ellos. Y si sus padres dejan de quererse, niños, por favor, no se pongan tristes, no piensen que es su culpa. El pasar los años con una misma persona no es fácil, pero tampoco es imposible, yo en este momento de mi vida, estoy pasando un momento medio crucial respecto a eso, en el fondo sé que se quieren mis padres no obstante, hay héridas del pasado que duelen demásiado por lo que a uno lo vuelven soberbio y no le permité perdonar al otro. Sé que se decepcionarán millones de veces, pero también millones de veces recuperarán la confianza para poder creer. Amen y respeten a sus padres, tal cual como son, con errores, con defectos y con virtudes. Yo sé que es difícil y que uno constantemente la caga al decirles sus errores, y les digo, no se queden callados, no hay mejores jueces que los hijos. Al igual conmigo, si ven que la ando regando por la vida, digánme "tía no seas tonta y mejor toma otra decisión". Recuerden que lo que forja a un humano son sus decisiones.

Quisiera verlos de mi edad, quisiera verlos crecer paulatinamente, pero sobre todo quisiera verlos felices y que nada les acongoje. Santi y beba sin nombre, los amé desde el instante que fui consciente de su existencia. Así que un beso de mi parte.

Su extraña tía Lettuce.


domingo, 3 de febrero de 2013

Doctorado en Mantequillología y Margarinapía

De esas cosas cuando hay reunión familiar en casa de alguno de tus tíos, en mi caso tengo muchos en esta ciudad, pero sin duda en la que más me gusta ir, es aquella en donde mis primos corren como chivitas locas por toda su casa, sí, me refiero a esa casa que huele entre a canela y maestro limpio, la casa de mi tía la abogada.

El día de hoy llegamos lo suficientemente temprano el chico Heavy y yo, habíamos regresado de nuestra travesía por una de las muchas ciudades del consumismo, las plazas comerciales. Nos sentamos en la acera mientras esperabamos señales de vidas conocidas. Después de unas papitas triángulares sabor nacho y una pequeña estafa por culpa del Bond, Papel Bond, llegaron mis primitos llenos de sudor, mal olor, caras con puchero pero con la gran irreverencia que los caracteríza.

Entramos y estuvimos ideando un plan malévolo para conquistar las mentes de sus compañeros a través de una actividad para su clase de inglés. Párchamos el papel Bond con hojas de papel cuadriculado de 7x7mm, ya que en vez de escribir raya "_____" puse otra vez "my soul", por lo que el chico Heavy se confundió y casi casi lloró (nah... sólo me puso cara de perplejidad). Finalmente comimos, y mientras descansabamos la panza a mi tía se le ocurrió la magnifica idea de terminar de hacer su pastel de elote.

Así bien, el chico Heavy y yo nos dispusimos a ir al centro comercial a tres calles de la casa en donde nos comimos unas tostadotas de tinga de pollo y un sabrosísimo plato de caldo con cebollita y chilito. En fin, después de antojarlos, entramos al área de lácteos, y yo buscaba una barra de margarina más o menos grande, sin embargo, sólo había con sal, así que tomé dos de la marca por la cual mi amigo de apellido Iberia le dicen Mante, pero antes de tomar esa cosa, me fijé que la margarina con sal es mucho más económica que la que no tiene.

Oh, pero eso no fue lo único, al pagar en caja (y lo que hizo mi día y por lo consiguiente el hecho para poder escribir esta entrada de blog) fue que el cerillito andaba diciendo "oh pero esta mantequilla sabe mucho mejor en pan que para cocinar, pero también hay para repostería, sí, sí pero tampoco hay que fijarse en la economía ya que hay cosas baratas que salen caras, por ejemplo la última vez que... " y en ese instante sólo dije "Simón, gracias" y casi, casi nos salimos corriendo para cagarnos de risa...

Sin embargo, no es menospreciar los buenos consejos de este muchacho, más bien fue la manera en como lo dijo, al parecer este chico tiene un doctorado en este aspecto, porque podría apostar que diría "no chicos, no es lo mismo margarina que mantequilla, la diferencia está en que una es como Q y la otra con G" hahaha ok, no... por último tan sólo les dejo una gran incógnita.

¿Por qué es más barata tanto la mantequilla como margarina con sal?

Lettuce fuera :3

viernes, 1 de febrero de 2013

Síndrome de Madrid

¡Alerta, alterta! Esto no es un simulacro... 

Se le llama síndrome a todo conjunto de síntomas y o cuadros patológicos que determinan cierto transtorno, en este caso el síndrome de cuidado se llama Madrid.
Se le determinó con dicho nombre porque es la causa del malestar físico-emocional del afectado, sin embargo, el género más afectado,es el femenino, sobre todo en un rango de edad entre 16 a 23 años.

El transtorno se presenta de manera innusual, incluso en la puerta de su casa, la primera impresión que da la correspondiente patología es la de un caballero amaestrado con los más finos modales, si bien, después de que éste haya entrado en su organismo se comportará sínica y embusteramente. En la parte alta de su abdomen, justo en el interior del aparato digéstivo, o sea el estomago usted sentirá ciertos reboloteos, obviamente creera que son aquellas famosas hermosas y delicadas mariposas jugando en su interior, no obstante, es un síntoma más causado por el síndrome.

En los días lluviosos sentirá dolores en el pecho como si fueran contracciones, recordará tardes maravillosas de interminables charlas donde la patología y usted sonreían frenéticamente. Se le saldrá una sustancia líquida con un ténue sabor salado de su zona ocular, y en el momento donde cree que culminará el presente síntoma se dará cuenta de la infinidad de agua que contiene su cuerpo, pues esto durará alrededor de unas cuatro horas, en este caso se le recomienda estar sólo en una habitación completamente ventilada e iluminada y consumir hidrantantes, se prohíbe estrictamente ingerir bebidas étilicas.

Al verse al espejo usted determinará que tan malo o qué tan buen aspecto tiene, por lo contrario no le hará caso a su buen juicio, este síndrome controla su nivel de lógica y coherencia, porque a pesar de tener buen aspecto usted naturalmente, se verá como la persona más horrible de la existencia humana, se sentirá un monstruo aberrante para la sociedad. Sin importar lo que las fotografías recientes dictan por dentro sentirá que un adefecio amorfo contiene mucha más estética que su figura anatómica. El síndrome se dará cuenta de esto y hará lo imposible para que usted se sienta una obra de arte hecha por el mismo Miguel Angel. Sin embargo, este efecto durará siempre y cuando tenga contento a la manifestación.

Por último sentirá una dependencia enfermiza respecto al síndrome, volviéndolo masoquista, pues mientras más dolor represente en su organismo más felicidad sentirá en sus emociones. Difícilmente uno llega a curarse, ya que la cura principal lamentablemente no se vende en negocios de autoservicio, farmacias o droguerías, la cura está en usted mismo al ser más fuerte ante el síndrome de Madrid.


domingo, 20 de enero de 2013

Sol-edad

La soledad es algo que no se lo deseo a cualquiera. No es que tenga enemigos, sin embargo, si es necesario que tenga enemigos en algún momento de mi vida, supongo, que los tendré, y no me quedará otro remedio que desearles soledad. Oh, pero no es una soledad común, como la de no tener a alguien a quien querer o quien te quiera.

Me refiero a esa pinche soledad en la que todo el mundo te rodea, en la cuál estás junto a las personas que crees que son importantes para tí. Esa soledad en donde sabes que puedes contar tus más oscuros secretos pero a nadie, a nadie le importará...



miércoles, 16 de enero de 2013

Fiebre

Creo que en un momento tendré fiebre,
no es que sea una especialista en enfermedades,
es que simple y sencillamente la siento cerca
está enredandome como una madeja de estambre.

¿Sientes como poco a poco mi piel enrojece?
Es la maldita enfermedad que tu boca provoca.
Y en silencio me cantas una melodía que enjoyece
el momento en donde la fiebre me toca.

No es una fiebre normal, no es un malestar total,
es el cotidiano hecho de mariposas reboloteando
de ser como soy y estarme boicoteando,
temiendote decir algo, diciendotelo de manera parcial.

Tanto mi frente y mis mejillas cálidas están,
es algo que mágicamente habita en tu mirar,
es una alucinanción más de mi malestar cerebral,
no, olvidalo no lo es, es tan sólo la perturbante fiebre,
que tu sonrisa me incita a así estar.

lunes, 14 de enero de 2013

Romanticismo (?)


Quise hablarte únicamente a tí,
mas tus ojos no se posaban en mí.
El tiempo pasó y hasta apenas los pude ver,
dándome cuenta que, tampoco tu sonrisa cambió.

Quise hablarte celosamente a tí,
y flaqueando me oculté aquí,
en los bosquejos de tus largos cabellos,
en las sombras de aquellos que no quiero.

Quise hablarte (¡demonios!) y que me hablaras a mí,
por las veredas de una tormenta que no cesa
y que me niego a perder en un beso;
tan sólo, tan sólo te pierdo a tí...

viernes, 11 de enero de 2013

De cosas raras

Es de esas veces en donde tus padres te ponen en jaque, y no sabes como chihuahuas reaccionar. También es cuando descubres algo que sabías y que no querías corroborar, de esas cosas raras en las cuales las mañanas duelen más que la quemadura de un cigarro, según Flunk. Y no hay que olvidar el momento en el cual te hablé y al final me dijo tu celular que estaba ocupado...



viernes, 4 de enero de 2013

Ninguno, pero tú

Ahí estaba el pequeño Rubén jugando con su patineta, a decir verdad no era muy diestro como "la tía Juliana", sin embargo él con sus escasos seis años hacía el esfuerzo.

-¿Está bien así? -Preguntó, al intentar realizar un Ollie.

-No, ahí la llevas, pero recuerda que tus pies deben de caer a la altura de las ruedas. -Le dijo aquel hombre de no menos de treinta y cinco, de rostro palido y acabado, el cual estaba leyendo un libro. Alzó la vista y vio la tímida sonrisa de su sobrino. -Ven, vamos a comer.

El niño de seis años dejó su patineta junto a las macetas de la casa, tomó la mano del tío que lo esperaba y juntos subieron los escalones del pasillo de la casa. Era un día como cualquier otro, un poco soleado, un poco nublado, nada fuera de lo común, pero lo que hacía tan especial ese día era el hecho de que por fin irían a ver a su padre, sin embargo, Rubén no lo sabía, hacía tanto que no lo veía, que hasta se le había olvidado como era el rostro del que puso la materia prima, como es que decía su tío Julián.

-¿Qué vamos a comer? -Preguntó impaciente como siempre, el niño.

-Murciélagos y ojos de caballo, con ensalada de pasto bañado con pipí de la Bicha. -Contestó el tío poniendo su mano en la cabeza, tal cual fuera una mesita para apoyarse.

-¡No, ya en serio! -Vociferó el niño haciendo pucheritos.

Julián empezó a reirse mucho, lo miró tiernamente y empezó a hacerle cosquillas, mientras repetía "sí, sí comeremos murciélagos y pipí de la Bicha". El niño reía sin cesar, y no había nada más que lo hiciera feliz a Julián que escuchar esa estrenduosa risa de ese niño al que por tres años había cuidado como si fuera su hijo.

-Tía Juliana, tía Juliana. -Repetía el niño después de reincorporarse ante tanta risa.

-¿Qué niño lleno de mocos? -Contestó con dicultad, el adulto, haciéndose el enojado, para no reírse; "ese cabrón", pensó, y en sus adentros parecía carcajearse.

-¿Me vas a llevar después al parque? -Preguntó el niño dulcemente haciendo ojitos como si fuera un ángelito.

-No. -Se volteó el tío mirándolo de reojo.

-¡Ah! -Gimoteó Rubén.

Pero no era que realmente no lo quería llevar, en parte jugaba y en parte no, era hora de llevarlo con su padre, y era algo que sabía que no podía retrasar. Hace un mes había recibido una llamada en el trabajo, mientras ordenaba unos archivos realmente inservibles, era su hermano, Andrés. Al fin había llegado del extranjero después de la muerte de la mamá de Rubén.

-Está bien Andrés, será como tu dices, aunque en lo personal creo que sería mejor que le dijera que vienes, y así no causarle algún shock. -Dijo seriamente, mientras revisaba que nadie lo estuviera escuchando la conversación.

-Patrañas Julianita, es mi hijo, y obviamente no pasará nada. -Se escuchó una voz muy segura detrás del auricular de Julián, el asintió y después de eso colgó el teléfeno quedandose en seco y pensando que realmente no quería separarse de ese niño.

Julián alistó a Rubén, lo puso muy guapo, lo vistió con un pantalocinto de mezclilla azul y sus tennis más limpios, una camisa nueva de algún personaje que le gustaba tanto mirar en la televisión y lo peinó con sus pelitos parados. También le puso loción y los dos se miraron al espejo sonriendo con satisfacción. Lo cargó y como si fuera súperman lo llevó entre sus brazos hasta el auto, lo subió y le puso el cinturón de seguridad.

-¿A dónde vamos Tío? -Preguntó entusiasmado el niño. -Vamos al parque, anda di que sí.

-No, Rubén, esta vez no podemos porque se nos hace tarde para ir a comer. -Contestó pacientemente mientras se acomodaba en el asiento del conductor. Prendió el auto y salieron de la calle donde está o estába su hogar.

Finalmente llegaron al restaurante donde Andrés los esperaba, estaba él sentado en una mesa al fondo del lujoso lugar, tenía varias bolsas llenas de regalos para su hijo, un telescopio, un auto de colección, un balón de fútbol, ropa, un reloj, y demás cosas que creía Andrés importantes para un niño.

-No tía Juliana, no quiero entrar. -Dijo Ruben al ver a muchos adultos en el restaurante.

-Pero si no entras, no vas a comer. Aparte me dijeron que los murciélagos son buenos para hacer skate. -Sonrió tiernamente Julián.

-¿De veritas? -Preguntó el niño ilusionado.

-No, hahahaha, no comeremos murciélago Rubencín, aquí puedes comer lo que quieras. -Lo cargó y se acercaron a la recepcionista, y el le entregó un tarjetita, la señorita los dirigió hasta donde estaba Andrés.

-¡Rubén, qué grande estás! -Dijo emocionado su papá.

-¿Y tú quién eres? -Dijo confundido el niño. En ese momento Andrés se quedó perplejo y se sentó de golpe, mientras Julián acomodaba al niño en la silla, en eso llegó un mesero y empezó a dejar las cartas.

-Rubén, es tu papá. -Le susurró al oido en lo que Andrés comenzaba a reirse y a decir que era muy bueno el sentido de humor de su hijo. El niño sonrió alegremente, y más se había tardado Julián en acomodarlo que en lo que el se bajaba a abrazar a su papá.

-¿Papá tu me llevarás al parque verdad? -Dijo emocionado Rubén.

-Claro, en otra ocasión, ahora tengo que hablar seriamente con tu tío, ya que tan sólo me quedaré unuas cuantas semanas. -Habló acomodandose el saco el cual Rubén le había arrugado. -Sientate bien hijo. Me da gusto saber que estás grande y guapo como tu padre. -Julián al escuchar eso hizo un bufido casi insonoro.

-Papá ¿de verdad eres tú. por qué me dejaste con el tío Julián? -Preguntó el niño tratando de sentarse correctamente en la silla.

-Pues tengo trabajo fuera de esta ciudad, pero siempre pensé en tí, mira te traje muchos regalos. -Dijo Andrés. -Bien pidan de comer que tengo que regresar al hotel.

-¿Pero no que te ibas a quedar unas semanas, porqué no te vas a la casa? -Intervino Julián.

-No puedo, de hecho es cierto que me quedaré algunas semanas, pero tengo que viajar para preparar algunos asuntos de la empresa antes de que me vaya.

-¿Entonces no me llevarás al parque, Papá? -Los ojos del niño se empezaban a apagar.

-Tal vez hijo, no es seguro, mira, ya llegó tu hamburguesa, cómetela. -Dijo su padre mientras sacaba su celular para contestar un mensaje.

-Tio, ya no quiero comer. -Dijo Rubén por lo bajo. -Ya me quiero ir.

-No podemos, tienes que estar con tu papá. -Dijo animosamente Julián, sin embargo, el sabia que para sus adentros lo mejor era irse y dejar a ese egoísta.

-Mis ilustres jóvenes, lamento informarles que debo de retirarme me surgió algo importante en el trabajo, pero estoy seguro que nos veremos pronto, Rubén cuidate, adiós Julián. -Dijo Andrés mientras recogía sus pertenencias. -Pidan lo que quieran, yo dejaré pagado.

-Andrés, espera. -Se levantó Julián como resorte mientras tanto el pequeño niño los miraba confundidos. -Cabrón es tu hijo, y lo dejas así, de verdad que no tienes madre. -Bajó la voz y se lo dijo entre dientes mirandolo fijamente a los ojos. -Me lo esperaba de los demás, pero de tí, su mamá murió, y tu te largas por el mundo con el pretexto de la empresa, no chingues, el niño necesita de ti, de mi no, yo sólo soy un pobre diablo, el cual jamás será su padre.

-¿Y qué quieres que haga? -Contestó secamente Andrés. -Carajo no sé como ser padre, y al parecer a ti te fascina, soy tu hermano, y ni eso puedes hacer por mí.

-Idiota, sabes que por ninguna persona haría lo que hago por ti. -Y soltó un pequeño golpe en la mesa. Volteó a ver al niño asustado viendolos. Recapacito. -Tienes razón, no lo hago por tí, lo hago por él.

-Ya deja tus cursilerías, luego los voy a ver, o los llamaré, sólo quería caerle de sorpresa a mi hijo, pero como siempre Juliana tiene que alterar todo. -Le dijo mientras hacía ademanes bastante graciosos como si imitara a una mujer. -Nos vemos, chingao.

Salió un poco alterado Andrés del lugar donde estaban, se dirigió a pagar y poco a poco se fue perdiendo entre las calles de la ciudad.

-Tío, yo sé que no eres mi papá, y que ninguno podrá serlo, pero tú, tu eres más que eso. -Soltó unas lágrimitas pispiretas Rubén mientras se apoyaba en la mesa.

-¿Quieres ir aún al parque? -Preguntó Julián mientras lo cargaba para abrazarlo.

-Sí. -Respondió feliz y emocianadamente.


jueves, 3 de enero de 2013

Sweet sick love

Firts time

En un extraño día de enero Carmen había salido de clases en el preciso momento donde Alberto se sentaba en la jardinera más cercana a fumar un cigarrillo. Ella alzó la vista y se detuvo en la esquéletica figura de aquél chico de cabellera larga y desordenada, a decir verdad, ni se le veía la cara. A Carmen le pareció bastante gracioso qué hubiera alguien que no sólo pudiera fumar sino además respirar detrás de tremenda greñota la cual opacaba un rostro palido y sobre todo unos ojos fríamente grises.

Pasó a su lado, Carmen, prendió igualmente un cigarrillo. Ahora los dos eran dos nubes de humo, sin embargo, ni uno, y ni otro comenzaron alguna platica, tan sólo se miraron fijamente a los ojos. Sí Carmencita era muy bonita, un poco mal arreglada, pero muy, muy linda.

Alberto a quién no le importaba nada más que entender a una sociedad perdida, se fumaba la vida, mientras que Carmen tenía el infantil sueño de ser alguien importante, alguien a quien admirar.

-Si no los quieres yo me los fumo. -Dijo Alberto al recoger la cajetilla de cigarros mientras Carmen se sentaba a un costado de él.

-No. -Contestó ella tímidamente, mientras los tomaba sin mirarle a los ojos. -Gracias. -Dijo rápidamente sin apartar los ojos de su mano.

El tiempo transcurrió lenta e incodamente.

Second step

Estaban en la habitación de Alberto, un lugar cómodo, tranquilo, incluso limpio sin embargo Carmen no sabía que había en ese lugar que siempre que entraba la llenaba de una gran melancolía, era una mezcla entre tristeza, náuseas y encabronamiento. Ella estaba perdidamente enamorada de él, y él lo sabía, sin embargo, a  veces y sobre todo en los días lluviosos esa habitación se volvía una especie de refugio para la problemática chica con actitud de niña mimada.

Carmen se quitó su blusa toda empapada por la lluvia; se habían quedado de ver en algún parque, y como siempre discutieron acerca de quien amaba más y quien menos. En el instante donde Carmen rompió a llorar empezó a llover fuertemente, ella trató de escapar, de correr como siempre lo hacía, Alberto la tomó del brazo y la jaló hacía él, la besó tiernamente mientras secaba con sus dedos las lágrimas saladas de aquella chica. Tomó su chamarra y con ella se cubrieron mientras corrían por la avenida y así poder refugiarse.

Alberto le pasó la secadora de cabello de su madre, mientras hacía aspavientos al intentar ganarle a la tentación y no ver el cuerpo semi desnudo de la chica. Ella rápidamente secaba su pantalón y su blusa, no obstante, la tentación pudo más que la prudencia, no importaba en que momento podría llegar alguien y descubrirlos, él la tomó por detrás, le besó el cuello, ella rápidamente se volteó y lo miró fijamente a los ojos, brillaban.

Esa tarde lluviosa, él recorrió con sus labios su cuerpo lleno de iracundos secretos, sus labios rojos y pechos rosados. Su cabello de él era suave como la seda, ella trataba de no perder de vista sus pequeños ojos grises, el color rosa palido de su piel, le arrancaba besos, aquellos que no sólo tocaron sus labios sino que tambión tatuó su corazón.

-Te quiero a morir, no me importan los demás y lo sabes. -Dijo Carmencita al acurrucarse en él.

-Tonta, si te mueres, ya no te podré amar. -Le contestó acariciandole la espalda.

La lluvia habló un lenguaje que tan sólo ellos dos pudieron entender.

Third tree

-Ya no te aguanto más.  -Dijo ella llena de lágrimas mientras se sentaban en el árbol donde se habían hecho novios.

-¿Es por él verdad? -La miró desafiantemente.

-No, no, no, jamás entiendes, no me entiendes, no es por él, ni siquiera por mí, es por ti. -Buscó algo en su bolso y sacó un cigarrillo y lo prendió. Sus lágrimas no paraban.

-Ya deja de llorar, es todo un teatro tuyo. Mira yo sé que no he sido el mejor hombre contigo, pero tu sabes que he hecho muchas cosas por ti, ¿qué no te basta? hasta me pelee con mis papás por irte a ver, ya no tengo amigos porque de plano no hablas cuando estamos con ellos, y mis amigas ni me quieren ver porque dicen que tu sólo me ocupas de paño de lágrimas. -Dijo él muy alterado.

-Alberto, es que yo, yo, yo te quiero, y te quiero conmigo, pero no así, no de esta manera, por favor, déjame, ya no me busques más, ya no quiero salir contigo. -Aumentaba gradualmente las lágrimas.

-¿Entonces, quién carajo te entiende? Estoy seguro que es por él, no debiste haberme enamorado, eres mía, entiéndelo. -La abrazó fuertemente y ella rápidamente lo alejó de si.

-No, déjame, te odio, te odio por amarte tanto. -Corrió ella y esta vez el no la detuvo, tan sólo la dejó ir...

Los días pasaron nubladamente, no quería él saber algo de aquella pérfida ingrata, seguramente ya está en brazos de otro tipo estúpido como yo, se repetía en la cabeza. Pero lo que el no sabía es que ella se la pasaba llorando no quería salir, no quería comer, no quería ni que el tenue rayo de luz la tocara, todo, todo, le recordaba a él.

Entonces un día se volvieron a encontrar, él iba con otra chica, mientras ella buscaba cigarrillos en su bolso, al alzar la vista inmediatamente comenzó ella a llorar y el sin más preámbulo la ignoró y se fue abrazando a la desconocida.

El jamás iba a entender porque ella lo dejó, y no quería, no daba razón todo iba tan bien, incluso iban a salir de viaje. Y es que lo que él jamás entendió fue que su amor era tan grande, tan dulce que lo volvió enfermizo.

Ya no había flores, ni colores, ni estrellas, no había nada, tan sólo el asqueroso sentimiento a él. Y en ese preciso día donde el cielo esta alegremente azul, se apareció él.

El cielo se enfermó, se volvió gris, como el de sus hermosos y cristalinos ojos.