domingo, 20 de agosto de 2017

Mientras veía libros


Ahora que ya te pusiste en mood cursi, puedes continuar leyendo esto: hace rato salí con un amigo, le andaba ayudando a buscar libros para que él se los regalara a sus otros amigos, en fin, mientras andaba haciendo todas esas maromas creí tener una sensación muy agradable, tal vez sólo la inventó mi cerebro para estar feliz y no deprimirme por ver mi cruda realidad (que está chida de todas formas, sólo que me gusta el drama). Sentí como si tuviera alguien a mi lado jugando a ver que libros compraríamos, y cual llegando a casa leeríamos, como si tuviera una vida de adulta independiente y pasara un domingo cualquiera con ese sujeto que siempre soñé. Y fue tan bonito tan reconfortante... después vi postales y me imaginé enviándolas a alguna casa, lejos y me enterneció esa imagen fantasma de sorpresa.

Me di cuenta de que en realidad, si añoro tener a alguien cerca mío, alguien que le interese cómo me fue en mi día por muy tonto y estúpido que éste haya sido, alguien que vaya conmigo a comprar libros y que se me quede mirando con dejos de asombro y felicidad. Alguien que me ayude a pasar las calles porque soy muy idiota. Alguien con quien no me sienta pequeñita, tonta y estúpida. Alguien que me enseñe muchas cosas sobre la vida, el rock, los libros, las caricaturas sin sonar pretencioso. Alguien que piensen en mí y me llame a la hora que sea sólo porque vio o escucho algo que sabe que me gustará, alguien que no tenga miedo a decir "te amo porque eres tú". Alguien que quiera viajar aunque ninguno tenga dinero, alguien que le guste el arte y los museos, alguien que se conmueva con cosas tan chiquitas, alguien que me respete, alguien que juegue conmigo y se ría de mis bromas todas bobas de kindergardiana, Alguien que quiera salir conmigo en bici y quiera ir a nadar a ese lugar que huele feo, alguien que ame tanto como yo a The Cure, alguien que me marque por teléfono cada vez que sólo quiera escuchar mi voz, alguien que me toque canciones, alguien que me haga poemas y cuentos cuando no pueda dormir, que me traiga muchos dulces, alguien que se enoje conmigo y me perdone al instante, alguien que me haga crecer y me diga en que estoy fallando, alguien que quiera solo quedarse dormido a mi lado, alguien que me vea como el ser más etereamente bello sobre la faz de la tierra. Alguien que cante conmigo mientras caminamos hacia ningún sitio, alguien que no me deje sola incluso cuando se lo pida, alguien que me procure, alguien que me platique sobre su vida, alguien que sea amable, alguien que haga chistes y que si no los entienda no se moleste al explicarlos, alguien honesto, alguien que sepa que quiere comer porque yo soy la persona más indecisa, alguien que no se sienta responsable si llego a hacer idioteces con mi vida, alguien que le guste vivir, alguien que sea músico, alguien que tenga defectos, alguien que tenga virtudes, alguien que le guste el rock y también bailar para así no quedarnos aburridos en un rincón en las fiestas familiares, alguien que sea irreverente, quiero a alguien que me ame tanto como yo estoy amándome a mí.

Esa sensación me acompañó hasta que salimos de la librería. Me percaté de que todo lo que quiero es alguien para no sentirme sola y extravíada, alguien que le parezca la persona más interesante y fantástica sobre la tierra. Y me regañé por sentir aquello, por no valorar mi propia compañía y claro, también la de mi amigo.

Sin embargo, muy en el fondo de los abismos de este terco y bobo corazón, existe una remota y casi nula esperanza de que alguien así llegue.

Dudo que sea pronto, pero hey extraño, si lees esto, dime que tú también alguna vez sentiste esto mientras veías libros.

jueves, 10 de agosto de 2017

Cafetear

Ayer asistí a cafetear al papá de un amigo de cuando iba en la prepa. Es curioso porque en realidad la noticia era triste y sí dejó como un trago de insatisfacción y asombro.

A veces, es extraño como las situaciones se acomodan, ya que a pesar de existir, confianza, cercanía y complicidad, no nos vemos tan seguido, pero nos reunimos la mayoría de los que bobeabamos cuando aún teníamos clases y la vida era un poquito más simple, en ese momento.

De los velorios a los que he asistido éste ha sido uno de los más tranquilos y no tan deprimentes. Al parecer el señor Mario, era muy querido, y estoy segura de esta afirmación.

Antes de entrar a la habitación en dónde se exhibía el cuerpo, nos quedamos recordándolo, y no parábamos de reír ante las anécdotas. Incluso hubo un momento en dónde nos olvidamos que hacíamos ahí. Porque así es la juventud, porque regresamos a cuando teníamos 17.

Pero también se asomaron aquellos sentimientos de impotencia el no saber como reaccionar o hacer o consolar. El pequeño rencor con la vida y las deserciones. El señor Mario, no era alguien que no valiera la pena conocer. Sino todo lo contrario, alegre, vivaracho, irreverente. Yo creo que por eso, mi amigo es la persona más divertida del universo. Era la primera vez que lo veía triste, era la primera vez que lo veía llorar.

Pero tampoco lo vi hundido.

La belleza de los funerales, radica en cuando escuchas las historias sobre el difunto, en cuando te encuentras a personas que hace mucho no veías, es cuando te das cuenta que seguimos de alguna manera honrando a los ancestros.

Ah si, y no olviden el pan y café.


domingo, 6 de agosto de 2017

Algo terrorífico con seres deformes de otras dimensiones

Rara vez él dormía por las noches, desafiaba a la oscuridad,
aguardaba a que todo se quedara en silencio para escuchar
feroces voces que le describieran la entrada a un nuevo mundo,
a veces se quedaba bastante quieto, como si de una estatua se tratara
luego de un rato sentía como cada parte de su cuerpo se contracturaba
entonces, era ahí, en ese preciso momento en que de forma extraña sonaba un
xilófono.

Evento bastante anormal para que emergieran las ánimas,
sin embargo, él, estaba bastante acostumbrado a este tipo de
tradiciones, por así darles una definición,
empezaba a tocar una canción alegre y eufórica hasta terminar en algo demencial.

Es decir, se convertía en algo tétrico y nauseabundo que
solamente él lo podía soportar.

Una noche de tantas, él decidió que era hora de pasar al siguiente
nivel, así que no solo tocó la mentada canción, sino le puso letra.

Como si fuera un compositor del demonio,
unió a las palabras en rimas y versos
entonces, se acordó de un detalle interesante,
no lo estaba haciendo bien,
tenía que realizar sextillas
o pagaría las consecuencias por no honrar al amo oscuro.

Para esto tuvo que desempolvar el diccionario
oscuro de la Real Academia de lo Paranormal,
en ese libro se encontraban las palabras más malditas,
más malas, más mortificantes y mortales del universo,
así que la tarea sería fácil.

Mundos nuevos, era su objetivo principal y también
unificar a todos aquellos sirvientes de lo profano;
ya casi todo estaba listo, la canción estaba hecha.

Cantó los versos de manera gutural
hasta que los huesos se le helaron
advirtió que algo raro estaba ocurriendo
funcionaba su ritual y no sólo
apareció un demonio, sino un ser amorfo.

Parecía que el chico invocador y
estupefacto, pronto se echaría a correr así que los seres extraños
rápidamente previeron los actos cobardes
otro estúpido, pensaron.

Estudiaron la situación detenidamente,
separaron el tiempo y el espacio para hacer tal acción.

Por último, después de muchas tazas de café
arrebatadas a mormones pecadores
racionalizaron en que castigo debían
al menos, en su cara, poner.

Todo esto, era tan aburrido y cansado para estos seres malévolos que al regresar el tiempo
inventaron una nueva modalidad de castigo poniéndole una fea cara de pez.


viernes, 4 de agosto de 2017

Viernes

Sólo espero que esto que siento,
no sea eterno.

Que no sea una maldición,
que no sean tus labios,
tus ojos,
tu sonrisa,
que no sea nada relacionado a ti.

Que se vaya,
ahora,
porque ya no quiero esto.

Que te vayas,
que seas 
lo que tengas que ser.

Sólo espero estar bien,
mejor,
bien,
mejor,
bien,
mejor,
yo:
feliz.