viernes, 27 de enero de 2017

Conejo en cama

-Cerca de la madriguera salió un conejo, sus ojos eran grandes, oscuros y penetrantes, se rascaba con sus manitas la nariz, sus bigotes tintineaban al compás de sus guiños. -Leía en voz alta un joven alto y moreno mientras a su lado dormitaba una chica de cabello largo hecho un nido.

-Ese no me gusta. -Se quejó la chica.

-A ti no te gustan mis cuentos. -Respondió el chico y la miró con un dejo de rencor en los ojos.

La chica se sintió un poco intimidada, así que se incorporo quedándose sentada a su lado, volvió a mirarlo y sonrió.

-Si me gustan, pero ese en especial no. Al final muere, y me pone triste porque ese conejo se parece a ti. -Sus ojos mostraron tristeza, e hizo ese gesto que a él lo volvía loco de ternura, su boquita comenzaba a fruncirse hacía bajo, dejando ver el labio inferior como se reunía con la barbilla.

-No hagas pucheros. Y yo no soy ese conejo. El conejo eres tú. -Se levantó el chico y tomo la barbilla de ella, la besó.

Ella se separó de él lo más rápido que pudo, lo vio asustada, y repuso. -Entonces menos me va a gustar. -Ahora ella hacía berrinche.

-Oye... no nos vamos a enojar por eso ¿o sí? -Levantó su brazo para jalarla de nuevo a la cama.

-Es que no entiendo por qué debe morir. Vamos, piensa... tú eres el creador, podrías darle un mejor final. -Argumentó ella mientras elevaba poco a poco su voz.

-No lo creo. Me parece que no hay mejor final para lo que jamás se puede obtener. .-Contestó él mirando hacia bajo.

-¿De qué hablas...? ¿Del cuento o de mí...? -Susurró dándole la espalda.

El chico se levanto de la cama, prendió un cigarrillo, y sin mirarla, salió de la habitación.

-Aunque no lo creas, esta vez, estoy hablando de mí.


So sad, so sad

So sad, so sad

Muchas veces las personas utilizan sus sentimientos para poder crear grandes y hermosas obras de arte, yo simplemente en este momento, no puedo.

He intentado escribir algo con coherencia o sagacidad pero nada sale.

Creo que ando atorada. Debo alimentarme con más libros.
Con más notas.

Qué se yo.

En mis sueños recorro lugares que alguna vez creí a ellos pertenecer, encuentro personas que tiene que mucho que no veo, me encuentro en situaciones familiares. Pero, nada de aquello es real.

Así me siento, cómo si viviera una vida a la cual hace mucho tiempo dejé de pertenecer.

Ojalá pronto termine este estadio,
porque no es bueno.

Poco a poco me voy agotando...
y dejo de ser yo misma.

Por último les dejo una rolita joyita.




jueves, 26 de enero de 2017

Me duele el corazón cada vez que pienso en ti,
me duele mucho,
como cuando te dan un golpe,
o cómo cuándo me reanimaron de aquél ataque de pánico,
que sí...
alguna vez contigo me dio.

Me duele mucho cuando escucho aquellas voces lejanas
que me recuerdan
que estás ahí cómo llaga.
Me duele cuando creo extrañarte,
pero no lo hago.

Aprendí a no hacerlo.

Y aún así no aprendo a que dejes de doler.

Tal vez... sólo si tal vez...
verdaderamente te odiara.
Si realmente estuviera decidida
a pulverizar y llenar de cenizas ese cariño.

Pero sé que no tiene sentido,
porque te lo dije...
eres nada.

Una nada que era todo para mí.


miércoles, 11 de enero de 2017

Se fue el efecto del ritalín

Una de las tantas cosas que me gusta de escribir es la libertad con la que uno lo puede hacer. Publicarlo, es diferente. Y aún así me vale sombrilla. Es lo groove de tener un blog en dónde uno mismo hace sus reglas.

Considero que es uno el que se permite ser tan libre como se le da la gana, claro en la mente. Porque muchas veces llegamos a decir cosas que realmente hieren o que son peligrosas y ponen en riesgo todo. Las palabras han de ser el arma más poderosa del planeta y puede que del universo, también.

Hoy tengo tanto que decir, tengo ideas vagas que se van nadando como truchas en agua helada. Me emocionan estos días de tanta acción, de tanta presencia. Estos días... después del gran crack.

Intento recordar por qué antes era más risueña, alegre, alguien que no temía conocer el mundo, que estaba ansioso por ver que hay más allá del horizonte, por qué era tan fotogénica y hasta atrevida en mis propios proyectos. Antes mis temores eran tan pequeños como lo es ahora mi valentía.

Ahora pienso todo más de diez veces, me da miedo quedarme aquí, en el mismo lugar... pero igual no hago algo para moverme. O eso creí hasta que me vi.

Vi lo bella que soy.
Lo extravagante y brillante.

Confianza, no lo sé.

Lo que sí es que es más divertido sonreír, platicar, reír, cantar e inventar. Veo a las personas a mi alrededor con sus vidas tan idóneas que me parece estar en una teleserie chafa. Pero sólo son las caretas... he visto la miseria en un dejo de mueca.

Yo no quiero terminar así.

Siempre he querido más.

Así que me di la tarea inminente de uno... dejarme de quejar y dos... si algo se te ocurre, no hay que dejarlo pasar. Admito que en los días buenos. la eternidad se sublima en fotografías mentales, pero cuando todo va azul... me dan ganas de azotarme a llorar mi desgracia. Nah... no es cierto, sólo encuentro algo con que consentirme.

He pasado por tanto que no es nada...

y es nada... por pertenecer al todo, al beso del susurro invernal.

Por último, pienso que amo la tangibilidad de lo abstracto.

Guten natch.