Quise hablarte únicamente a tí,
mas tus ojos no se posaban en mí.
El tiempo pasó y hasta apenas los pude ver,
dándome cuenta que, tampoco tu sonrisa cambió.
Quise hablarte celosamente a tí,
y flaqueando me oculté aquí,
en los bosquejos de tus largos cabellos,
en las sombras de aquellos que no quiero.
Quise hablarte (¡demonios!) y que me hablaras a mí,
por las veredas de una tormenta que no cesa
y que me niego a perder en un beso;
tan sólo, tan sólo te pierdo a tí...
No hay comentarios:
Publicar un comentario