sábado, 21 de marzo de 2015

Tanto como él

M lo volvió a hacer. De nuevo olvidó mi existencia, pero es muy obvio, en realidad creo que la mayoría del mundo olvida mi presencia. No es su culpa, intento reprenderme, no es su culpa, trato de convencerme. Sin embargo, aunque uno intente no agredir esos umbrales de las intenciones, duele.

M otra vez me dejó en casa, pero es entendible soy un gato. Ya no es como antes, como cuando era tierno y bonito, cuando era novedad. Ahora estoy gordito y grande, ahora me quedó en mi jaulita a pesar de que siempre está abierta para ir por agua y comida. Lo malo es que últimamente hasta alimentarme se le pasa.

Trato de entender a mi amo, en serio que lo intento, él dice que me quiere mucho, que soy su minino favorito, pero cuando lo veo salir y me asomo por la ventanita su suspiro de hartazgo me llega hasta aquí, a dos pisos arriba.

Había ocasiones en las que él se quedaba en casa conmigo a jugar, veíamos las televisión o lo ayudaba a cocinar, pero ahora sólo lo veo por las noches cuando llega al departamento, es cuando lo saludo, me acerco a él y lo limpio con mi lengüita. Pero supongo que a él no le agrada, porque se aleja.

¿Es qué acaso he sido un mal gato?

Tal vez sí. Es cierto que a veces me gusta jugar en su pancita, y que no hace mucho me comí el boleto de estacionamiento, no pensé que fuera serio, pero lo fue. Se enojó tanto que en el baño me encerró, y él sabe cuando odio ese lugar. Maullé y maullé, y no abrió la puerta, hasta que me quedé dormido y desperté en mi jaula encerradito sin mi mantita para arañar, fue una noche terrible, creí que me iba a tirar.

M es para mí la mejor persona, mi humano favorito. Él me rescató cuando a mi antiguo dueño le dieron una perrita y me dejó en una cajita junto a un basurero. Yo amo a M. Y sentía que M me amaba también. Lo hacíamos todo juntos. Y yo sigo haciendo las mismas cosas, pero el vacío de él me hiere.

¿Qué si he pensado en fugarme y encontrar otro dueño? Claro que lo he hecho, pero tengo algo que no tienen los demás gatitos, y eso es lealtad. No sé si M lo vea, o lo entienda, espero que sí, porque yo quiero envejecer con M y ver como crece más de lo grandioso que ya es.

Oh que veo ahí, si es él... voy a acercarme sigilosamente.

-Meow, meow. -¡Qué bueno que ya llegaste! Eso es lo que le digo, mi colita se levanta y baila felizmente.

-Ah eres tú. -Responde una voz omnipotente llena de cansancio y desgano, suspira y lo mira con desdén como si el gato entendiera un universo más allá que esas cuatro paredes. -Luego charlamos.-Y se marcha a su habitación apagando la luz dejando a un gato asustado y triste, tanto como él.


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