martes, 21 de marzo de 2017

No hay más

Hoy siento como me hormiguean las manos,
tal vez sea una señal de que al igual que a ti,
algo debo dejar.

Ya no eres una sombra en mi vida,
ni un tema intocable o algo que cause pena y dolor.

Eres enojo,
alegría,
y de vez en cuando, frustración.

Te quise mucho,
te quise cuando te desangrabas,
cuando me mentías,
cuando tus ojos se perdían en mis piernas,
cuando no me defendías,
cuando alguien estaba antes que yo,
cuando presumías,
cuando regalabas,
cuando estabas con alguien más.
cuando eras bueno,
cuando eras un demonio.
Te quise tanto.

A veces, el enojo es más grande
que todos nuestros enormes recuerdos,
me enoja tanto que jamás vieras más allá.

Y siempre así te quise.

Tal vez así tenía que pasar...
entregar tanto a alguien,
hasta quedarme seca,
drenar todo eso que me hacía feliz.

Seguro debía crecer,
ser alguien más serio.

Porque puede que esté buscando responsables.
Una víctima más de mis crímenes.

La alegría viene en dosis pequeñas,
cuando veo todos aquellos fragmentos,
los vidrios rotos,
como si fueran pantallitas de días vividos.

Me diste tanto afecto,
atención y cuidados.
Eras el chico perfecto.

Y luego como marea que cubre la arena
llega la frustración.
Porque claro que lo eres...
me volvías loca, tenía ganas de azotarte
de hacerte entender
que no tenías que entenderme...

Pues era lo bonito de nosotros.
(Que sin esfuerzos, siempre nos llevamos bien)

Y por eso te digo adiós.
Porque todas las esperanzas y ganas
(que eran más ansias que nada)
se fueron, huyeron o se escondieron,
no las encuentro,
y tu mera presencia es...
irritación como hongos en la piel.

No hay más que decir,
no hay más que hacer.
No hay más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario