miércoles, 1 de julio de 2015

¿Por qué no me arrojaste granadas?



El daño ya estaba hecho.

La nena se puso a llorar al ver que había matado a aquel pajarito que se contoneaba hace unos segundos por el aire. Ella estaba atónita, jamás pensó que uno de sus arranques de locura la llevarían a asesinar a una pobre avecilla.

La nena estaba confundida por aquellas cosas que había escuchado, le hubiera gustado que fueran una mentira. No era buena manejando el rechazo y mucho menos el desapego. Así que salió corriendo del salón hacia el jardín. Y ahí estaba una bonita ave con su piquito reluciente bailando en el aire mientras probaba el néctar de las flores.

Eran granadas.

Como los sentimientos de ella, rojos semiamargos.

El daño se consumó cuando el viento duramente sopló y la nena que se encontraba llorando bajo ese árbol de granadas, en la sombra, sintió un aúch.

Una granada había caído en la cabeza de ella, así que se desquitó lanzándola sin ver fijamente y le dio al pequeño y juguetón gorrión.

Muriendo prematuramente, asustando a la chica, cayó el pájaro, tal cual como los sentimientos hacía él que no le quiso arrojar mentiras y le arrojó la cruel y manchada realidad.



2 comentarios:

  1. Ese relato de proyección representándote indica estás muy melancólica, Luna Lechuga. :( Espero eso mejore pronto, hay varias vías por las que puedes recuperarte y estar bien. Mis mejores deseos. Distráete y ríe con todo lo que se pueda.

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  2. Gracias Alex. Creo que estoy implosionando de tristeza...

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