miércoles, 2 de marzo de 2016

Al final no somos tan importantes

Hubo una noche en donde salí a beber una cerveza con un amigo. Éste estaba emocionado porque había realizado (después de tanto) su examen profesional. La noche no era fría, las frías estaban en su punto más adecuado para alegrar el ambiente. Entonces él comenzó a platicar sobre lo feliz que se sentía, y lo mucho que le había costado llegar a la conclusión de en realidad nadie es muy importante.

-Luna, cuando dejé de hacerme chaquetas mentales sobre mi vida, sobre las cosas que no he logrado, fue justo en el momento en que recapacité acerca de las pendejadas que he realizado, de ninguna me arrepiento, sin embargo perdemos mucho el tiempo pensando en eso. Entonces fue cuando me liberé, y me dije... "al final no somos tan importantes".

Supongo que tiene razón, en realidad, nadie es tan importante. Sólo estamos ahí, de una manera dinámica, en constante movimiento y con un dejo de cierta perpetuidad. Yo que sé.

Es por esa razón que ya no me pongo tan punki cuando alguien me deja de hablar, de hecho, yo misma me he encerrado en mi mundito de cigarrillos y café, para no saber la mierda que destilan muchas personas de su bocas. Carajo.

No somos tan importantes porque vamos en constante cambio. Porque a veces hacemos cosas malas para justificar buenas acciones, porque no hay un compromiso con lo que hacemos y decimos. No somos para nada importante cuando dañamos con toda la intención de sentirnos importantes.

El valor uno se lo da, el valor no los da en la medida que somos solicitados, en la forma en la que nos dan atención. ¿Qué pestes no?

¿Qué tan soberbio tiene que ser el humano?

¿Qué tan poca cosa somos para necesitar poder?

¿Por qué mejor no nos aceptamos tal cual somos?

Y aún así, tú, querido lector, eres tan importante para mí porque te importa lo que llego a escribir.

Buenas noches.


2 comentarios: