jueves, 13 de julio de 2017

Perdí (Serie perdida de poemas)

Perdí en mi cuerpo

Su voz calmó de cierta forma la sed que habita en mi piel,
permití que profanara este cuerpo mío,
lo dejé
porque sus ojos prometieron abrir la suavidad
que encarna la voz.

Dejé que me llenara de vida,
(era una acción de asombro)
dulce promiscuidad del universo.

Y ahora uso mi olfato para hallar
                                     (en que momento)
su lengua,
sorbió las células en movimiento que originan comunicación
desde la parte más ínfima de mi cabello
hasta la profundidad más áspera de mi vello.

Di por sentada aquella relación entre su barba y mis pies.
Besé sus uñas, 
cada textura de sus pestañas cubiertas de
una intangible unidad de deseo.

Y ya está.
Ya sus cejas no arrastran aquel peso
que en su boca color efímera,
                              (en donde guardó)
la intrínseca necesidad de romperme hasta los tobillos.

Perdí en mi casa

¿Recuerdas la primera vez que te besé?
Sí, no, tal vez...
Yo sí.
Fue en mis terrenos.
Aquél lugar en donde me esfumo y deja de existir el temor.
Te abrí la puerta de ese mundo paralelo al tuyo,
y revisé que no estuviera el amo del universo
                                                 para que violáramos
                                                                    sus normas.
Porque,
en ese sitio
permanecen
todos los registros
de mi identidad.

Te lo hago recordar, para que te DUELA y
entiendas lo que tu signo cada maldita noche
vuelve allanar.  

Perdí en mi calle

Hoy me vi caminar entre los espejos que deja la lluvia
iba camino a casa, 
triste,
confundida,
desolada.
Y aunque sea un lugar conocido,
me sentí en un laberinto.
Las ventanas de las casas juzgaban mis pasos con su silencio.
Saben que me mentí,
y por eso, 
por eso también mi calle,
                   al igual que el vacío
                                me vomitan.

Perdí en mi ciudad

¿Qué sentido tiene escribir sobre esta maldita ciudad?
No tiene tanto que dejó de quedarme como mis vestidos viejos
porque a pesar de querer ser aquel famoso sol naciente
te sigo buscando en aquél café que se hizo territorio tuyo
pero no, NO ESTÁS, ahora tu pulular avanza hacia 
                                                                      aquel viejo y
                                                                            ASQUEROSO
                                                                                     sol poniente.

Nota de la autora, o sea de mí:
No tiene mucho que asistí a un taller teórico-práctico de poesía impartido por un poeta llamado Josué Ramírez, la verdad es que aprendí muchísimas cosas que desconocía y otras que simplemente fui a rectificar. Estos poemas que ahora presento, los escribí mientras hacíamos una dinámica en donde comenzamos a visualizar nuestra poesía desde un cuadro tipo bucle en dónde desde lo macro llegamos a lo micro y viceversa. 

En el primer ejercicio recogimos palabras dichas al azar con la temática del cuerpo, la extensión fue libre, es por eso que es el más grande de esta cortísima serie. Luego en clase, hicimos el de nuestra casa, por último para finalizar el taller de tres días nos dejó de tarea visualizar el poema en la calle y la ciudad. Si se dan cuenta, deberían ser los más trabajados, sin embargo, mi musa no apareció ese día, hahahaha... 

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