sábado, 29 de julio de 2017

Síndrome del Profesor Calamitous

Ahora que hago un recuento de los hechos, esto lo soñé, y debí percatarme de que el hecho de que te subieras a ese autobús, que muy rara vez llego a abordar, ya lo había visto.

Antes de salir de casa tuve un Déjàvu (o como sea que se escriba), el cual había vivido o soñado hace dos noches, sí ese día cuando me desperté pensando en ti. Pero no fue esa sensación como veces anteriores en donde me deshacía de tristeza y añoro por estar contigo. Sino más bien como de un extrañamiento, como si algo no estuviera bien así que por un momento me detuve y miré al techo, pensé en otras cosas y seguí adelante con el día.

Normalmente cuando tomo el autobús que pasa por tu cuasi nueva vivienda (igual y ya hasta te has mudado y yo sigo haciendo esto, je), justo una cuadra antes, siento el cosquilleo y dejo todo lo que ando haciendo para mirar a los cactus a ver si de casualidad estás por ahí y así pueda pensar de manera rápida que debo hacer y como reaccionar, y bueno, la respuesta es la misma, no hago nada, regreso a lo que hacía y me alegro por no tenerte cerca.

De unas semanas para acá, ese sentimiento se ha ido calmando, hoy por ejemplo, me dije "y no está ahí" y me alegré mucho de eso. Como si fuera una adivina y todo ya estuviera resuelto, me sonreí y volví a sumergirme en mi sueñito antes de llegar a casa de mi tía. Iba leyendo el Laberinto, pero como que el día de hoy no tenía ánimos para Paz y mucho menos cuando olvidé tomar mi medicina.

Bajé de ese camión, la verdad el viaje se me hizo eterno, no sé por qué razón había mucha gente en la ciudad, en fin, yo caminé hacia la casa de mi tía postiza (porque en realidad no es hija de mi abuela, pero la quiere más que mi propia madre), y me tropecé con una niña, no la vi, y ella a mí, tampoco, le dije "cuidado, corazón", seguí mi camino, incluso cambié varias veces la música, como que no andaba de ánimos. Toda la tarde estuve escuchando a esos que cuentan nuestras historias porque al fin, ya no me dolía.

Y reitero, el día se sentía extraño. Como un poco irreal, debí haberlo imaginado, los tíos que vi en mi ciudad, en realidad es un suceso raro. Pero me dio gusto verlos, mi tío dijo que me veo hermosa... fue un lindo momento.

Corrí para ver a mi amiga, un gatito a su cuidado había muerto, y quería verla. En este momento es lo más cercano a "una BFF". Me perdí un poco para llegar a su casa, pero lo logré. Y sólo hice un comentario sobre ti, intento ya no hablar tanto de ti, como para sacarte un poquito de mi organismo y demostrarme que puedo hacer muchas cosas y que no necesito de nadie y que todo estará bien y que tienes una vida y que eres feliz y que no estás junto a mí, ni para mí, ni por mí, ni nada de nada que nos involucre a ti y a mí.

Y como un ninja, llegó su chico, gracioso porque hablábamos de las cosas que no van tan cool, en fin, fingimos demencia y los apuré para que me acompañaran a la parada del camión, nos siguió el perro niño prieto "Noppy". E hizo una cacota, enorme, gigante, tamaño jumbo, lo limpió mi amiga con unos kleenex y la bolsita de éstos. Reitero, debí haber escuchado las señales pero como siempre estoy en otro planeta, sonriendo y baboseando.

Llegamos y seguíamos charlando sobre que Noppy camina raro porque no tuvo a quien seguir, es decir es un perro que camina raro porque no tuvo un ejemplo de otros perros, lo cual me pareció extraño, no hice caso. NO.

Vi que pasó un camión, y dije esperaré otro, uno que me lleve al metrobus, ya era un poco tarde, y es mejor tomar el transporte que me lleve a lo seguro. Mi amiga, me dijo "este igual te deja en el metrobus", se refería a una combi, pero la neta yo soy medio pendeja, no tenía ganas de caminar por si me perdía. De nuevo, hice caso omiso.

Y muy, muy rápido me subí al que me llevaría a mi transborde, pensé que iría rápido, pero no, iba lento como la chingada, había mucha gente, creo que hubo partido; hasta el final del transporte había gente con playeras del equipo local, y ahí me quedé, parada, no había donde sentarse. Escuchaba música, el álbum de "La velocidad de la Luz" de Los Bunkers, sentí como me incomodaba la mano de un fulano que iba junto de mí, cada vez se estiraba más y más como si fuera en verdad súper largo, lo vi con asco y me aparté después. Seguro estaba exagerando, entonces iba pensando en eso, en que puede ser que estoy como en un periodo donde no quiero que nadie me toque o alguien intente algo conmigo porque la neta que miedo volver a enamorarme y perder piso y esas cosas, creí estar destinada al fracaso en esos cinco minutos que pasaron.

Como un rayo de luz se abrió la gente y me molesté mucho cuando ya me iba a sentar y un wey se sentó, me ganó el lugar, así que le pedí permiso a un señor para dejarme estar junto a la ventana, me senté, intentando acomodarme, preguntándome porque soy más feliz junto a la ventanilla yendo como periquito con las piernas dobladas, veía el chingo madral de gente, sentí como se detuvo el camión, me dio pesar ver quien se subía, sabía que este no te lleva a donde vives, así que no voltee de inmediato y justó comenzó a sonar...


Y puedo jurar que cuando voltee a ver lo que había alrededor de mí... estaba la frase "No tengo mucho más, de lo que guardo para mí, no vayas a olvidar el día en que dejaste de fingir", entonces ahí estabas, tan efímero, tan bello, incluso tu piel se veía más suave de lo que es, tus cabellos traviesos se veía alegres y sedosos, como si realmente te cuidaras, me gustó el look de hoy, a pesar de que odio los botones, te veías guapo y cada vez que pienso eso sonrío como boba y un dolorcito me acecha en el corazón. terminó la canción, y no sé, si aún no me veías, pero yo te veía, tomaba fotos mentales para guardármelas, aún no sabía si quería ser vista por ti, intenté esconderme pero las demás personas se daban cuenta de mis actos, alzaste la viste y me viste. 

Entonces ya no pude hacer mucho, me quitaba, me ponía el gorro, me lo dejé puesto y te saludé, hiciste lo mismo y te pregunté si todo iba bien, y tú igual y yo sólo sonreí como boba, porque eso soy, una mensa. Sonreí porque estabas ahí. Y te hice esa pregunta en la cual esperaba que dijeras que no, que no era nadie importante, porque sí, vi como acomodaste una mochila... y obvio que no ibas solo.

¿Recuerdas que hice?

Solté un te amo al aire.


No fue por celos o por este sentimiento de propiedad y dependencia, fue porque amé tanto verte, amé tanto tu sonrisa, amé ese momento y amé que aunque había mucha, muchísima gente, fuera nuestro, y así lo quiero creer, y así lo estoy creyendo.

Hice caras graciosas para no llorar, quería verte sonreír. Y lo hiciste, amé tu risita discreta, y luego intenté comenzar una charla sobre lo que le había hecho a nuestra amiga. Para escuchar tu voz, tu voz, puta madre, cuantas noches esperé a que volvieras a llamar para decirme que al fin te habías decidido por mí, pero no sucedió, no pasó, y está bien, entonces te canté, estaba cantando lo que escuchaba... le estaba poniendo un soundtrack a ese momento para no olvidarlo nunca, porque puede ser de las últimas veces en que te pueda ver, en que te vea, porque ya no voy a buscarte, me lo prometí... 




...y el camión se vació, vi tu rostro, tu gesto que me indicaba que era hora de separar miradas, me cubrí para que ella no me viera. No quería que me viera el rostro. No quiero que lo vea, porque entonces se dará cuenta de lo mucho que la envidio, de lo mucho que me duele verlos, de lo mucho que te amo y temo que se robe mis sentimientos, que diga que son más intensos y fuertes que los míos, que diga algo para manchar todo lo triste, bello, horrible, extraño, único de tú y yo. 

Y sólo me quedó voltear a otro lado, hacerme tonta, y guardar esas ganas de llorar porque me prometí a no volver a soltar una lágrima desde ese día en que me dijiste que no te esperara, incluso hasta lo anoté en mi pared, como un recordatorio de lo mucho que me falta hacer por mí. Respiré hondo, y no podía evitar dejar de verte... hasta que di cuenta de que estaba cerca mi destino. 

Pedí la parada y estaba ansiosa y los demás que estaban junto de mí lo notaron, y yo veía tu espalda, tus cabellos, te veía hablar, y cada vez el nudo en el estomago se hacía más inmenso, al fin se abrió la puerta y pude bajar, corrí o volé, no lo recuerdo, lo que sí es que toqué tu ventanilla y te dije "adiós" con la mano y el gorro puesto. Corrí, lo más rápido que pude para que ella no me viese, para que se quedara entre tú y yo, pero dudo que fuera así, me quedé en un árbol, chiquita, temerosa, escondida para verte a lo lejos, y te vi. 

Lo demás es una maraña de historias que no sé muy bien como sucedieron, me quedé en shock, aún podía verte frente a mis ojos, pero sé que sólo fueron unos momentos, unos instantes, chiquitos, preciosos, bonitos, nuestros. Raros y únicos, cómo somos. 

Le di vueltas a mi cabeza, una y otra vez, una y otra vez, tú volteando, tú viéndome, tú sonriendo, tú haciéndome caras, tú diciéndome que estás bien, tú preocupado, tú serio. Tú, tú, tú... y ella.

Me encontré a una amiga de la preparatoria en el tercer transborde a casa. Medio le conté, estoy segura que sólo balbucee algunas cosas. 

Llegué a casa, fingí que todo estaba bien hasta que le pedí a mi hermano, el que tiene el mismo nombre que tú, que me escuchara... y salimos por un cigarrillo y me tranquilicé.

Concluí que no puedo ser como el Profesor Calamitous de Jimmy Neutron, necesito acabar todo esto, necesito un cierre, no sé si esto lo fue, no sé si ya lo había tenido, no sé porque grité "puta (pon el nombre de tu chica) maldita (su edad) me jodiste la vida, ojalá te pudras, pero para qué si ya lo estás" cuando fui yo la que se puso las trampas y la que no hizo caso a las señales, necesito ya no dejar todo a medias.

Así que estoy decidida.

Terminaré eso que no me permite dar ese salto del cual ya habíamos hablado.

Y como le dije a mi hermano "en realidad no la odio, ni le deseo mal, sólo me da un poquito de envidia" y en mis adentros "el que la ames".




No hay comentarios:

Publicar un comentario