sábado, 23 de enero de 2010

Nobody knows.

Nadie entiende... eso dijo la pequeña María a sus dieciséis años de existencia. Mientras que sus padres la regañaban por decir "come caca" a su madre. Lo triste es que antes de que ella pudiera explicar su malestar fue mandada directo y sin escalas a la chingada.

Todo había empezado cuando ella fue a recostarse en el regazo de su madre, hizo una cara de tristeza e incompetencia -compunjida- y emitió un sónido parecido a un "jumh". La madre preocupada le preguntó que es lo que le sucedía ella en sus adentros quería decirle: "nada y todo, estoy harta de las caras hipocritas, de la vida, cansada de creer en algo y no poder conseguirlo, de luchar por algo, no sé que me sucede que todo me molesta, quiero llorar, y gritar". Así que lo único que pudo María decirle a su madre fue "nadie entiende... " y esto bastó para que la madre empezará con sus sermones acerca de la religión y sobre el pendejismo que había en ella a su edad, también que era una amargada a su corta edad que eso se lo dejara a una viejita de sesenta años. Así que ella solo pudo articular "come caca".

Pero la vida es tan simple y especial, que al otro día la chica María se despertó maldiciendo al día por lo soleado que estaba y por las tantas actividades que tenía que hacer. "Odio todo, nadie entiende, nadie sabe... ". Su padre abrió la puerta de habitación, la vió que estaba sentada en el filo de su cama mirando hacia bajo.

-Mari, te necesitamos así que apuráte. -Fue lo único que pudo decir su padre, aunque el le quería preguntar que era lo que pasaba, pero decidió que ella tendría que decirselo.

-Sí, allá voy. -Respondió cortante.

Bajó las escaleras y vio el estante en donde estaban muchos dulces que acomodar. Empezó con las paletas, después con las gomas de mascar y al último con los chocolates. Terminó, fue a su habitación y empezó a leer algo sobre una Leyenda Personal. Así que trato de ver todo con un poco más de interés.

Llegó la tarde y se encontro frente al chico que la hacía sentir cosas inexplicables. Él amablemente la saludo, ella se quedó petrificada y solo pudo mover su pequeña mano de un lado al otro devolviéndole el saludo.

-¿Cómo estás, todo bien? -Dijo él preocupado.

-Sí. -Dijo casi murmurando.

-Eres tan tierna, no entiendo porque cuando estoy yo siempre te pones así, deberías verte, eres tan linda. -Dijo él alegremente. María solo se sonrojó. Y fue ahí donde Jorge no pudo más y la besó.

El beso fue uno de los más cariñosos que en la vida se tiene, Jorge sonreía mientras que María abría como platos sus ojos. Y al ver que Jorge también estaba nervioso empezó a reírse. Y fue ahí donde entendió y supo algo. Amar.

Regresó muy feliz a casa, pidió una disculpa a su madre, y les dijo a sus padres que por fin había entendido y conocido lo que era la vida. Tan simple pero especial, -como amar-.

Fin.

1 comentario:

  1. Maldición hermanita!!
    Tienes razón con lo que plasmaste en este cuento tan chido... Nadie entiende...

    Me caga cuando la gente no entiende como me siento, más que nada en esos momentos cuando quieres mandar todo a la chingada y quieres estar solo y escuchar la canción que en ese momento deseas como el soundtrack del momento, ya sea una así triste para llorar, una romántica porque te pasó algo chido con la persona que te mueve el tapete, una agresiva y anticristiosa porque estas encabronado o simplemente no tienes ganas de nada.

    Pero a decir verdad, yo a veces tampoco entiendo y trato de hablar con mi mamá, mi hermano, mis primos o mis amigos, a veces funciona y otras no... pero todos seguimos sin entender...

    Sale hermanita. Nos leemos lueguin.

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